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Un niño muere ahogado tras caer en una laguna en Vicálvaro

El lugar no estaba vallado ni existía ningún tipo de señal de peligro

Fernando G. sólo tenía cinco años. Ayer, pasadas las cuatro de la tarde, salió con su hermano Juan, de tres, a jugar al campo. Llevaban a su perro. No le soltaban nunca para que no se escapase. Entre carreras y tirones de su mascota se fueron alejando del poblado chabolista de La Jungla (Vicálvaro), en el que vivían los dos hermanos. El poblado está vallado, pero la malla de metal está llena de agujeros y caída en algunas partes, por lo que pudieron salir sin problemas.

Los niños llegaron hasta una laguna cercana. Eran casi las cinco de la tarde. Entonces el perro hizo el amago de echar a correr. Fernando sujetó con fuerza la cadena, pero perdió el equilibrio y se precipitó al agua. No sabía nadar y se hundió rápidamente. Juan, su hermano pequeño, lo vio todo desde el borde y, rápidamente, corrió hacia la zona de chabolas a buscar a sus padres. "Casi no sabe ni hablar, tiraba de mí hacia fuera de casa", recordaba en la tarde de ayer Antonio, el padre de los niños.

Una hora y media más tarde, varios miembros de la Unidad Subacuática de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid localizaban el cuerpo del pequeño Fernando, según indicó un portavoz de Emergencias Madrid. La profundidad de la laguna, unos cuatro metros, unido a la suciedad del agua y la vegetación, hicieron muy difícil el rescate e imposibilitaron que el niño saliese con vida.

"Esto ha pasado porque nadie ha puesto medidas, porque no hay una valla protectora para los chiquillos, que van de aquí para allá sin saber bien", se quejaba José Fernández, el patriarca de La Jungla, en la que existen aproximadamente un centenar de chabolas.

Además, la laguna en la que falleció el pequeño, generada por la acumulación de agua en un agujero excavado de manera artificial, carece de cualquier tipo de señalización de peligro o de vallado que impida el paso.

"La charca está ahí desde hace seis o siete meses", explicaban ayer vecinos del poblado, que indicaron que fue entonces cuando empezaron a realizarse los primeros trabajos "para construir un polígono". Sin embargo, en el entorno no existe cartel de obra alguno. Fuentes del Ayuntamiento de Madrid aseguraron ayer desconocer si actualmente hay algún desarrollo previsto en la zona, ni si se han realizado obras en ese paraje.

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En la puerta del pequeño chamizo en el que vivía el niño ahogado, Fátima, su madre, permanecía inmóvil, acurrucada junto a su hijo menor, testigo de la tragedia. No hablaba. Apenas le temblaban los labios mientras su mirada se escapaba hacia algún lugar indefinido, más allá de la veintena de personas que se arremolinaban en torno a ella.

En el interior, apenas la luz de una vela permitía intuir la presencia de Antonio, el padre, quien, entre lágrimas, relataba cómo llegó de Portugal hace ocho años. Una vida difícil le llevó hasta el poblado, donde conoció a su mujer, donde nacieron sus dos hijos. Donde ayer, entre carreras y juegos, perdió a uno de sus pequeños.

Trabajadores de los servicios funerarios retiran el cadáver del niño ahogado, en presencia de la policía judicial.
Trabajadores de los servicios funerarios retiran el cadáver del niño ahogado, en presencia de la policía judicial.LUIS SEVILLANO

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