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Reportaje:SINGULAR | Emilio Valeros, director técnico de perfumes de Loewe

"El olfato es el sentido olvidado"

Defiende que la creatividad y la memoria son claves en un oficio al que es difícil acceder - Destaca el poder de los olores para evocar los recuerdos

Es capaz de reconocer entre 300 olores diferentes gracias a horas y horas de "lento y a veces pesado" aprendizaje. Emilio Valeros -perfumista y director técnico de perfumes de la prestigiosa firma Loewe- afirma que España huele "a muchas cosas según, la zona geográfica": a azahar, a romero, a azafrán... Ha creado más de una decena de fragancias. En Loewe lleva más de 20 años trabajando y su última creación es 7 de la que es imagen el torero Cayetano Rivera.

Trabaja con las fragancias, los matices y los recuerdos, que solo los olores son capaces de evocar. Y lamenta que de los cinco sentidos el olfato es "el más olvidado". Al entrar en el edificio en el que trabaja, en el distrito de Fuencarral, invade un fuerte olor dulzón producto de la mezcla de perfumes. En el laboratorio, frascos gigantes, probetas, balanzas de precisión y grandes frigoríficos para resguardar las esencias del calor.

"España huele a azahar, a romero, a azafrán... según la zona geográfica"
"Cada piel es diferente, pero la alimentación y el clima influyen"
Un kilo de esencia de jazmín ronda los 30.000 euros y el de iris 50.000
Su última creación es '7', de la que es imagen el torero Cayetano Rivera
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La nariz es su principal herramienta de trabajo. Valeros reconoce que busca trabajar en un ambiente lo más limpio posible para no contaminarse y que es más sensible a ciertos olores. Pero un perfumista no solo tira de nariz, sino que la creatividad y la memoria son clave en su trabajo.

De casta le viene al galgo. Creció entre frascos y mouilletes (pequeñas tiras de papel secante). "Mi padre trabajaba para una empresa de perfumería, él no era perfumista, se dedicaba a mezclar fórmulas y en casa había un ambiente de perfumes. Su bata de trabajo olía a esencias, a pachuli, a bergamota... No sé si eso tuvo algo que ver, pero esa influencia siempre estuvo ahí", explica. "Al terminar los estudios empecé a trabajar en un laboratorio químico en el departamento de control de calidad, en la compañía surgió una oportunidad para reforzar el área creativa de perfumería, pasé las pruebas y empecé con la etapa de aprendizaje que consiste en conocer todas las familias de las esencias y su procedencia, oler producto por producto, recordar y memorizar su fragancia. Un entrenamiento como el de un deportista".

El de nariz es un oficio como los de antes: no hay manuales, ni escuelas, ni universidades. Se aprende a base de ver y trabajar con los maestros y de estudiar cada olor hasta componer una memoria olfativa.

Actualmente, hay más de 4.000 materias primas diferentes. El kilo de esencia de jazmín (para el que se necesitan recolectar más de 10.000 kilos de flores) ronda los 30.000 euros y el de iris alcanza los 50.000 euros. Pero, en algunos casos los olores naturales se pueden reproducir a través de la química, que permite crear olores sin utilizar flores. Valeros destaca que las moléculas sintéticas "abren la paleta de creatividad".

Para idear un perfume, el perfumista necesita partir de unas premisas: si va a ser masculino o femenino; a qué público se dirige; cuál va a ser su precio, incluso, de qué color va a ser el envase. "Nunca empiezo sin tener una idea de qué es lo que tengo que hacer, hay una relación color-publicidad-olor", señala. "Con esas bases escribo en un papel una primera fórmula, como si fuera una receta, y empiezo a experimentar hasta que, tras miles de pruebas, me voy acercando a la idea".

En el caso de su último perfume 7, la base era crear una fragancia masculina con solo siete componentes. Todo un reto ya que una fórmula normal tiene entre 80 y 90. ¿La inspiración? "En la naturaleza, los viajes, el arte y sobre todo la gastronomía. Me encantan los aromas alimentarios, son muy ricos en ideas nuevas". El proceso desde el primer borrador hasta que el perfume llega a las tiendas dura entre un año y medio y dos años, un trabajo absorbente que ocupa las 24 horas "de lunes a domingo, voy en el coche y voy oliendo, en casa, o cuando me viene una idea a las doce de la noche. Las pruebas son infinitas".

Los perfumes como la restauración han evolucionado mucho. De los alambiques rudimentarios se ha pasado a los nuevos sistemas de extracción de las flores, las maderas o las raíces que consiguen olores diferentes, más parecidos a los de la naturaleza. El perfume tampoco se salva de las modas, aunque la mayoría de las creaciones persisten porque "las tendencias vuelven". Chanel 5 es un líder en ventas y es un perfume de 1921.

La fragancia cambia, en pequeños matices, según quién la use. Cada piel huele diferente, y también influyen otros factores como la climatología, la alimentación, la temperatura que despide el cuerpo o la época del año. Puestos a elegir, Valeros se queda con la rosa y el jazmín, "las reinas de los perfumes" (para ellas) y con el olor amaderado del vetiver y el sándalo para ellos. De sus creaciones no escoge una: "Es como preguntarle a un padre qué hijo prefiere". Pero asegura: "Lo más bonito es que alguien a tu lado emane un olor que tú has creado".

El perfumista Emilio Valeros oliendo una esencia en el laboratorio donde trabaja.
El perfumista Emilio Valeros oliendo una esencia en el laboratorio donde trabaja.LUIS SEVILLANO

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