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Reportaje:

El orgullo lésbico

Chueca reclama que se vea con naturalidad a las homosexuales

Patricia Ortega Dolz

"Visibilidad" y "lesbianas". Son las palabras clave de esta nueva edición del Orgullo que se inaugura hoy oficialmente con Eva Hache y Hugo Silva de pregoneros en la plaza de Chueca.

-¿Pero Eva Hache es lesbiana?

Es una gran pregunta que lanzaba ayer Johana, estudiante de Medicina de 25 años, en una terraza del barrio más gay de Madrid. Y comenzaba así una conversación entre lesbianas acerca del eslogan de estas fiestas: "Por la visibilidad lésbica". La pregunta daba de lleno en la llaga porque no tiene una respuesta ni afirmativa ni negativa. Ninguna de las siete allí presentes lo sabe.

-¿Ves? Este es uno de los problemas, las lesbianas no tenemos referentes, nos falta un Grande Marlaska, o un Boris Izaguirre, necesitamos un empujón para salir del armario y, de ahí, que este año el Orgullo sea más lésbico y menos gay, argumenta Johana, y añade que por algo es fan de la serie americana The L Word. "¡Basta ya de estereotipos arcaicos y de la lesbiana-camión, o feminista, vegetariana de izquierdas y demás!", proclama.

"Nos faltan referentes, un Grande Marlaska o un Boris Izaguirre"
"Para las lesbianas ha sido muy cómodo ser invisible"
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-Bueno, también nos falta un poco de autocrítica. Interrumpe Panchi, opositora de 36 años. "Las lesbianas tienen que empezar a atreverse a descubrirse, y dejarse de justificarse con pudores y miedos ahora que lo tenemos todo de cara. Es el momento de hacer un ejercicio de responsabilidad y hacer cuajar un derecho jurídico en la vida real".

-Sí, pero en mi casa se ha vivido con más naturalidad que mi hermano sea gay que el que yo sea lesbiana, interviene Pilar, administrativa de 36 años, madre de un hijo de 10 de un matrimonio heterosexual anterior, y casada ahora con otra mujer.

-Es cierto, existe una doble discriminación (mujer y lesbiana), pero ya vale de lloriqueos. Esto es cuestión de actitud y es palante, insiste Johana.

-Sí, bueno, pero yo me fui del trabajo porque, en cuanto dije que era lesbiana, empezaron a putearme. Interviene Araceli, estudiante de 25 años y casada con Esther, de su misma edad.

-Por eso, para el colectivo lésbico ha sido muy cómodo ser invisible, añade Esther. "Dos chicas de la mano pueden ser hermanas, amigas...", explica, mientras todas reconocen que se sienten sumamente observadas cuando demuestran sus emociones y afectos en público.

-La gente no está acostumbrada a que nos besemos. En la facultad ya se han habituado a vernos. Dice Araceli. "Pero en cuanto salimos de Madrid, es otra vez la misma historia, de tener que cortarnos".

-Los más mirones son los tíos: les pone, dice Johana.

-Por eso toda la pornografía lésbica está hecha para ellos por tías heterosexuales. Nosotras ni nos dejamos los tacones puestos, ni las uñas largas, ni usamos siempre juguetes fálicos. Interviene Laura, estudiante de psicología de 21 años.

Para ellas, visibilizarse significa: "Tener una vida plena", "Ser más libres", y "quemar los armarios de una puta vez".

De izquierda a derecha, Panchi, Pilar, Laura, Johana, Araceli y Esther, ayer en Chueca.
De izquierda a derecha, Panchi, Pilar, Laura, Johana, Araceli y Esther, ayer en Chueca.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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