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Quedan tres días para la gran velada cultural

El parto del 'Burro grande'

Una fundición de Rivas fabrica la escultura de 14 metros de alto que el artista Fernando Sánchez Castillo colocará en Atocha para celebrar la Noche en Blanco

Patricia Gosálvez

"El mito romántico del artista solitario es basura; detrás siempre ha habido empresas, encargos, ayudantes...". Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970) destroza el mito del creador único entre hierros y chispas de soplete, rodeado de los obreros que ultiman su nueva obra. En el taller de la fundición Capa en Rivas el ruido es ensordecedor. Es el sonido que convierte las ideas en cosas a golpe de sierra, fuego y pintura.

La idea se titula Burro grande y es la obra más espectacular de esta edición de la Noche en Blanco: un pollino de chapa de 14 metros de alto y 9,50 de ancho que recuerda al mítico toro de Osborne. "Una obra así crea puestos de trabajo, no la puedes hacer tú solo", dice Sánchez Castillo paseando por el interior de la estructura de acero inoxidable que sujetará su creación. "Me gusta venir a ver cómo se hace realidad", dice el artista, "y ver qué opinan todos los implicados en el proceso, del concejal al soldador, aunque luego no haga caso a ninguno".

"Frente al toro atávico, el burro es lo cotidiano", dice el autor
La escultura, valorada en 100.000 euros, se donará a un municipio

Puede que acabe siendo un trabajo colectivo, pero las obras siempre empiezan con un papel, un lápiz y una idea: crear una obra de arte inspirada en un cartel publicitario, el toro diseñado en 1956 por Manolo Prieto, "que a su vez se ha convertido en patrimonio y parte del paisaje de la... Península", dice el artista. No ha escogido la palabra "península" al azar. "Burro grande reflexiona sobre la animalidad de los nacionalismos". En el trasfondo de la obra está la polémica en torno al toro de Osborne como símbolo de españolismo repetido mil veces en camisetas y pegatinas para el coche sobre la bandera. En Cataluña, donde el único cartel taurino ha sido reiteradamente derribado, se creó como alter ego del toro el ruc catalá (la silueta en negro de un burro autóctono).

Colocando Burro grande en Madrid Sánchez Castillo ironiza sobre esta polémica y va más allá. "Es una obra con muchas lecturas: frente al caballo aristocrático y militar, los valores del burro son los del pueblo, está asociado al campo, a las clases populares, encarna el día a día; frente al toro atávico el burro es cotidiano, representa la templanza frente a lo irracional... Y con tantos toros en las carreteras había que equilibrar la balanza".

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Para el artista la dificultad de esta enorme obra no es técnica, sino conceptual. "Lo más difícil es encontrar instituciones con la valentía suficiente para instalar una obra así en el centro de Madrid". Puede ser, pero montar un bicho de 14 metros de alto tampoco es poca cosa.

Nos habíamos quedado en el lápiz y el papel... Para documentarse sobre el animal que iba a dibujar, Sánchez Castillo visitó la finca Burrolandia, en el Soto de Viñuelas, donde fotografió tres razas: "El burro zamorano, que tiene mucho pelo; el cordobés, que es muy alto, y el catalán". El suyo es una mezcla de los tres.

Tras el dibujo se hizo una maqueta. Sánchez Castillo usa la escala 1:18 porque es la que tienen los cochecitos de juguete y así es fácil hacerse la idea del tamaño de la obra final. El artista saca una Vespa en miniatura del bolsillo y la coloca frente al burrito de madera de unos 77 centímetros. La relación impresiona.

"Luego lo más complicado es el cálculo estructural", explica Jesús de la Fuente, coordinador de producción en la fundición Capa y miembro del equipo de ocho hombres que llevan dos semanas haciendo el burro. El problema son las dimensiones. La escultura pesa sólo 2.000 kilos, pero es tan grande que para que no vuelque necesita un contrapeso de 16 toneladas.

En una columna del taller hay un dibujo del animal dividido por una cuadrícula como un puzle. Cada pieza es una chapa de dos metros por uno, pintada de negro y numerada. La punta de la oreja derecha es la número 1; la pezuña izquierda, la 5.

Montarlas llevará desde la noche del jueves a las dos de la tarde del viernes. Se hará en espiral desde el centro, "porque así si hay un desajuste al final no se nota; si vas de arriba abajo o al reves, un milímetro puede convertirse en 10 centímetros y al final en vez de un burro tienes una rana", explica De la Fuente. Sánchez Castillo también asistirá al montaje, y, subido a una cesta telescópica de 18 metros, pintará de azul el hueco entre el rabo y el culo.

Burro grande pastará del 19 al 27 de septiembre en la plaza de Carlos V, frente a Atocha. Luego, enlazando con la idea del regalo, leit motiv de esta Noche en Blanco, la escultura, que está valorada en 100.000 euros, será donada a un municipio a través de un concurso. ¿Cómo se elegirá al pueblo ganador? "Se tendrá en cuenta el paisaje y el compromiso del ayuntamiento con el arte contemporáneo", dice el artista. "Pero sobre todo es importante que lo quieran, que sea un objeto deseado". Adaptando el refrán, aquí no vale eso de "a burro regalado no le mires el diente".

El artista Fernando Sánchez Castillo posa junto a la maqueta de <i>Burro Grande</i> en el taller de la fundición Capa.
El artista Fernando Sánchez Castillo posa junto a la maqueta de Burro Grande en el taller de la fundición Capa.CARLOS ROSILLO

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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