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Las pateras entran por el Retiro

Una organización que defiende los derechos de los inmigrantes escenifica la llegada de barcas

Por primera vez las pateras llegan a Madrid. Ayer aparecieron las primeras en el estanque del Retiro. Las familias y turistas que paseaban por allí miraban atónitos mientras una patrulla de la Guardia Civil salía al encuentro de las embarcaciones. En ellas, inmigrantes y españoles que revivieron el drama de las miles de personas que cruzan el Estrecho para entrar en España.

El acto fue organizado por la Red Estatal de Coordinación por los Derechos de los Inmigrantes. Este colectivo, que reúne a más de 40 organizaciones, organizó ayer un simulacro de llegada masiva de inmigrantes en pleno corazón de Madrid. La paterada, como la han denominado, pretendía sensibilizar a la sociedad y hacer público un manifiesto a favor de los derechos de los inmigrantes.

Jóvenes disfrazados de guardias civiles y de inmigrantes simulan una 'paterada'

En el desembarco, un grupo de jóvenes se hacían pasar por guardias civiles y hacían aspavientos exagerados mientras los recién llegados cruzaban la verja del monumento. En segundos, las escalinatas por donde entraron, se despejaron de las parejas con cochecitos de bebé que tomaban el sol. Los que leían periódicos ni siquiera se movieron.

"La sociedad española tiene una imagen distorsionada de este fenómeno y hay dos factores que pesan mucho en ello: los medios de comunicación y la clase política. Se está criminalizando a los inmigrantes", comentaba el colombiano Esteban Cancelado, de 59 años, uno de los organizadores. Cancelado leyó un manifiesto, que incluye 13 puntos. Y nació con la idea de presentarlo en la Jornada Euro- Africana por los Derechos de los Inmigrantes celebrada este fin de semana en toda Europa.

Debajo de la estatua de Alfonso XII estaban los tripulantes de las pateras, las guardias civiles y varias siluetas de corcho con forma humana que ejercían como figuración en el simulacro y sobre las que se leían los nombres de algunas de las personas que se han ahogado en el Estrecho. "Exigimos el pleno derecho de los inmigrantes, como ciudadanos, y el respeto a todos sus derechos sociales", leía Cancelado.

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De espaldas al discurso, una pareja moja un cruasán en café. "No somos de aquí, somos ingleses. Somos corresponsales, pero hoy no trabajamos", comentaba la periodista. Ella y su cámara regresan de cubrir la llegada de inmigrantes a Canarias. "Cuando se les pregunta por qué vienen, me dicen que aquí lo tenemos todo y ellos no tienen nada. Yo les digo que aquí, en Europa, no van a encontrar el paraíso", agrega. Su compañero recuerda a un chico marroquí que "trabaja limpiando baños y vive a 100 kilómetros de la capital francesa, pero eso nunca se lo dice a sus amigos y familiares. Les cuenta que vive en París y le va bien".

"Creo que hay demasiada desinformación y manipulación de la inmigración. En España no sientes la hostilidad tan marcada que hay en otros países de Europa", señala la corresponsal. A su lado el colombiano César Velásquez, de 54 años, refugiado político, escucha con curiosidad. "Hay una realidad que en Europa parecen querer ocultar: África. Si no hacen algo, seguirá llegando más gente", comenta, mientras un senegalés se acerca al corrillo. Se llama Idrissa, tiene 40 años y llegó a España en avión. "Está bien que se hagan estos actos para sensibilizar a la sociedad. Tengo amigos que han cruzado el Estrecho y otros que no han podido. Se han ahogado. Soy estudiante de Filología. Sin embargo, cuando estoy allí intentó disuadirlos, decirles que no lo hagan", comenta Idrissa.

El corrillo comienza a dispersarse. Los guardias civiles guardan los tricornios y las porras de cartón mientras regresan las familias a su paseo dominical. Una pareja que pasea por allí se detiene a leer las consignas de las pancartas: Papeles para todos. Legalización ya. "La inmigración es un problema muy grave y no podemos ignorarlo. A la gente hay que tratarla como a seres humanos. Huyen del hambre, de la violencia... Parece mentira que no nos hayamos sensibilizado cuando nosotros vivimos un fenómeno similar hace décadas", dice el hombre. "Venir de lejos es muy duro, yo soy vasca", dice ella. "Y yo gallego", agrega él. Ambos llegaron a Madrid hace 40 años.

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