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Una polémica de 115 toneladas

El PSOE y los organizadores del Orgullo Gay acusan a la Concejalía de Medio Ambiente de explotar la acumulación de basura en contra de las fiestas

Pablo de Llano Neira

Cientos de miles de personas desfilaron el sábado por el Orgullo Gay entre la Puerta de Alcalá y la plaza de España. Detrás de las 31 carrozas y la muchedumbre en fiesta quedaron 94 toneladas de basura rebosando contenedores o esparcidas por calles, plazas y aceras. Otras 21 se recogieron en el barrio de Chueca. La suciedad atestó las vías hasta que el servicio de limpieza municipal acabó su faena bien entrada la madrugada del domingo pasado. ¿Hubiera sido posible una manifestación más limpia?

Una portavoz de la Concejalía de Medio Ambiente, responsable del protocolo de limpieza, afirmaba ayer que el operativo estuvo "bien estudiado y apoyado en la experiencia de años anteriores". En el "barrido" de la calle de Alcalá y de la Gran Vía trabajaron 128 limpiadores y se usaron 57 máquinas. Entre los operarios hubo 31 del Servicio de Limpieza Urgente (Selur), que cuenta con 250 en todo Madrid. Además del equipo específico de limpieza, según la concejalía, se pusieron en estas calles 73 contenedores para la basura generada por el tropel de asistentes.

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Pedro Santín, del grupo socialista municipal, atribuía ayer el método de limpieza del Ayuntamiento -más centrado en recoger la basura que en evitar su amontonamiento- a una "intención deliberada de resaltar los perjuicios de la fiesta". En opinión de Santín, "el Ayuntamiento busca coartadas para su objetivo: sacar el Día del Orgullo del centro de Madrid".

COGAM, el colectivo gay que organizó la marcha, se desmarca del problema de la basura -"ésa no era nuestra función"- y sospecha de la celeridad con que el Consistorio ha publicado los datos de desperdicios acumulados: "Tienen interés en mostrar lo negativo del Orgullo; la semana pasada era el ruido, y, ahora, la basura", decía ayer Miguel Ángel González, su presidente. Juan Carlos Alonso, secretario de AEGAL, asociación de empresarios que llevó las fiestas del barrio de Chueca, también echaba en falta una mayor implicación de la concejalía dirigida por Ana Botella: "Había tantos contenedores como en días normales y los urinarios públicos los pagamos con nuestro dinero".

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Medio Ambiente asegura que en el barrio de Chueca se pusieron 199 contenedores más y que durante las fiestas basó todas sus medidas en las previsiones de las organizaciones. Las críticas al Consistorio de la oposición, COGAM y AEGAL contrastan con el punto de vista de la Asociación de Vecinos de Chueca. Su presidenta, la estadounidense Diana Abbott, reconoce que en el barrio se colocaron "suficientes" contenedores para atender las fiestas, y achaca el estropicio urbano a la falta de civismo: "La gente pasaba de los contenedores y de los urinarios. No creo que hayamos tenido un problema de recursos, sino de espacio para dar cabida a todo esto".

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