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Un 8% menos de presupuesto en 2011

La Concejalía de Hacienda ultima unas cuentas públicas muy restrictivas

Están casi a punto y tienen algo en común con la cerveza. Son las cuentas municipales para el año próximo. Las hay con y sin... el alcohol es la posibilidad de refinanciar la deuda, esa losa que el Banco de España cifra en 7.145 millones de euros. Los Presupuestos del Ayuntamiento de Madrid reciben los últimos toques en la Concejalía de Hacienda, en un edificio de la calle de Alcalá con vistas al organismo supervisor que mira con lupa los números municipales y, también, al palacio de Cibeles, sede de la alcaldía.

En la segunda planta, un equipo rodado celebra estos días las últimas reuniones para afinar unas cuentas claramente restrictivas: el año que viene el Consistorio dispondrá de entre un 8% y un 9% menos de ingresos y de gastos. La rebaja es superior a la aplicada en el presupuesto de 2010, el primero que sufrió un tajo fuerte: se aprobaron 4.966 millones, un 4,2% menos que el año anterior, pero esta cantidad ha sufrido una rebaja sobre la marcha de unos 400. La reducción se ha hecho gracias al recorte en un 15% de contratos de servicios como la recogida de la basura, la disminución del capítulo de personal y de las inversiones, según los cálculos municipales. "En realidad, el presupuesto se hace todo el año", afirma el concejal de Hacienda, Juan Bravo. Y más ahora: crisis obliga.

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El responsable de las arcas municipales lleva meses conjugando el verbo refinanciar. "Por activa y por pasiva", concreta. Aunque la esperanza sea tozuda, el tiempo corre sin que el Gobierno central mueva ficha, empeñado hasta ayer en mantener la prohibición de que los Ayuntamientos más endeudados puedan renegociar con los bancos la deuda que les vence. Por si acaso, Bravo ultima los dos escenarios de cuentas para presentarlas el próximo día 25: el negro y el blanco. "No aumentaremos el gasto si nos dejan refinanciar", promete este edil ducho en números. Aunque nunca pensó en dedicarse a esto, este abogado tiene la cabeza llena de guarismos: elabora presupuestos públicos desde 1989, en los últimos años, de la mano de Ruiz-Gallardón.

Si no hay cambios de última hora, se presentará el presupuesto con el escenario más negro. Este año hay que devolver a los bancos 257 millones y el que viene 297 si cae finalmente en saco roto la petición de refinanciar el 80% de los vencimientos.El Ayuntamiento guarda un conejo en la chistera para compensar el desembolso de las amortizaciones de deuda con un ingreso nuevo, calculado en 330 millones de euros: es la cantidad que el Consistorio espera obtener gracias a la privatización del Canal de Isabel II, empresa pública regional de la que la presidenta Aguirre quiere colocar un 49% en Bolsa. Aunque no hay plazo fijo para esta privatización parcial -anunciada en 2008-, el Gobierno regional se plantea estos días la posibilidad de acometer esta operación antes del próximo mayo. Y el Ayuntamiento ya echa cuentas con ello: entre otras cosas, podrá cobrar un canon si quien se ocupa de ese servicio público -de competencia municipal- es una empresa privada, sostienen en Hacienda.

En caso de que el presidente Zapatero abriera finalmente la mano y permitiera refinanciar la deuda, "el ingreso del Canal desaparecería del presupuesto", apunta Bravo. En ese escenario blanco, esa cantidad iría "a la hucha". "Se destinaría a mejorar mi pago a proveedores", matiza el concejal de Hacienda con un amago de sonrisa. Porque estos son el gran quebradero de cabeza del concejal: el Ayuntamiento les debe en torno a 900 millones de euros. A los pequeños les paga con "cuatro o cinco meses" de retraso. A los grandes, con "nueve". El edil asegura que estos plazos se dilatarán si no hay refinanciación. "Me agobia lo que está ocurriendo. Los proveedores me dicen que no aguantan más y yo no tengo margen para cambiar la situación, pero el que no paga soy yo", dice Bravo. "Me piden un interés del 8,5% cuando en el sistema financiero me prestarían al 4%", añade.

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"Si no podemos refinanciar la deuda, el principal problema no es equilibrar el presupuesto, sino pagar a los proveedores", afirma entre una reunión y otra el responsable de las arcas municipales. Lo que se va a los bancos -500 millones entre el año pasado y el actual- es dinero que se resta a los proveedores, según el edil. "En lugar de financiarme con los bancos, me obligan a financiarme con los proveedores", dice con gesto desolado.

"Antes, los déficits se tapaban con ventas de suelo, pero llevamos tres años sin vender ni una parcela", relata Bravo. Esta partida suponía el 10% de los ingresos. También se han desplomado los de construcción y plusvalía de los terrenos. El impuesto de bienes inmuebles, una de las principales fuentes de la financiación municipal, sigue congelado, pero la actualización del valor catastral hará subir un 6% la factura que recibirán los ciudadanos el año que viene.

El equipo de Hacienda ha rebañado todo lo habido y por haber tanto en ingresos como en gastos, detallan los colaboradores del edil. El año que viene se reducirán los segundos prácticamente en todos los capítulos. El de Personal disminuirá notablemente y se amortizarán más de 1.000 puestos de trabajo, la mayoría no cualificados. La partida más sensible, la de Asuntos Sociales, también se recortará. El tajo vendrá, sobre todo, en cooperación. Servicios como los dedicados a los mayores (teleasistencia, ayuda a domicilio) se congelan al mismo nivel que en 2010, según la Concejalía de Hacienda. La única partida que sube, en principio, es la destinada al pago de la deuda, esa que Bravo insiste en que es perfectamente asumible.

Ha rubricado en 12 portafirmas, escuchado ruegos para rematar algo más la obra del Centro Internacional de Convenciones, dado el visto bueno a un realojamiento... "Los concejales ya no me mandan cartas de los Reyes Magos para pedir presupuesto", dice casi con alivio Juan Bravo al abandonar su despacho. Toca austeridad.

El concejal de Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, Juan Bravo, en su despacho de la calle Gran Vía.
El concejal de Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, Juan Bravo, en su despacho de la calle Gran Vía.LUIS SEVILLANO

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