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Nueve punkis patean en la calle a un estudiante por llevar un jersey con la bandera de España

Jan Martínez Ahrens

A Miguel Ángel R. N., estudiante de 18 años, le persiguieron, le atropellaron y le patearon por un jersey de pico. La paliza se la propinaron, a la 1.30 de ayer, nueve punkis con botas militares a quienes sulfuró la franja con los colores de la bandera española que mostraba una manga de la prenda. El ataque fue perpetrado en una concurrida calle del centro, sin que nadie socorriese a la víctima. Sólo la llegada casual de la Policía Municipal puso en fuga alos agresores, detenidos poco después. Bajo sus zamarras guardaban dos navajas, tres bolas de acero y varias cadenas metálicas. La víctima quedó con el labio partido, la cabeza cosida y mucho rencor. "Me iban a destrozar", dijo.

El relato de Miguel Ángel, un pontevedrés que llegó a Madrid hace dos años y que no se identifica con las ideas ultraderechistas, se inicia con el estupor: "Yo iba tranquilo, no hice nada ni soy de nada". El estudiante, con pantalones vaqueros y zapatillas de deportes, volvía con un amigo de tomar unas copas.Al caminar por la calle de Carranza, en dirección a la glorieta de Ruiz Jiménez, se toparon con dos pandas de punkis, que presumiblemente procedían de la actuación del agresivo grupo SNFU, en la próxima sala Revólver.

Miguel Ángel, del encontronazo, recuerda un mar de crestas, botas militares y cazadoras de cuero. "¡Mira ése!", oyó gritar a un punki que apuntaba su dedo hacia la franja rojigualda del jersey.

El estudiante, de primero de jurídico-empresarial del CEU, salió disparado. Saltó a la calzada perseguido por el resto de punkis. Uno de los agresores, montado en una motocicleta Vespino, le arrolló. Ambos rodaron por los suelos. En su trayectoria, la víctima chocó contra un árbol.

Miguel Ángel se reincorporó y prosiguió su carrera hasta la otra acera, con nueve punkis en los talones. "No sé si me caí o si me tiraron; el caso es que me encontré de nuevo en el suelo", señaló.

Tirado en la acera, los agresores formaron un círculo a su alrededor. Empezaron a patearle la cabeza, las piernas, los brazos, los riñones. "Yo gritaba y ellos callaban. No paraban. Creí que me iba a quedar allí". A su lado, los coches se deslizaban por la concurrida calle de Carranza -entre las glorietas de Bilbao y Ruiz Jiménez- La noche había llegado a la hora en la que cierran los cines. "Pasaban de largo, alguno pitó", rememora la víctima. El amigo de Miguel Ángel seguía los hechos a distancia. Nadie le había tocado la cara.

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Lluvia de golpes

Uno de los vehículos frenó. El conductor, sin bajar, preguntó cortésmente a Miguel Angel, en aquel momento fulminado por una lluvia de patadas, "si necesitaba algo". %Cómo iba a responderle?", comenta la víctima. El coche siguió.

La paliza continuó hasta que intervino un vehículo de la Unidad de Seguridad de la Policía Municipal. Vigilaba la zona. Tres punkis -José Miguel A. G., José Luis M. R. y José M. L.- fueron detenidos en el mismo lugar. La policía les considera los más violentos.

Los otros seis huyeron a la carrera y fueron capturados por otra patrulla en la glorieta de Ruiz Jiménez. Eran José Manuel G. S., Luis S. S., Fernando A. B., José Ramón F. N. y los hermanos Daniel y Antonio G. S. Los detenidos tenían edades comprendidas entre los 21 y los 24 años.

En el momento de la captura, los agresores llevaban tres bolas de acero, dos navajas, una muñequera con púas, un collar de perro con tachuelas metálicas y varias cadenas de hierro. Los agentes hicieron entrar a Miguel Ángel en el vehículo policial. Allí mismo reconoció a uno de los agresores, aquel que le había señalado con el dedo (José Miguel A. G.).

Entretanto, regresó su amigo de estudios. Y también el conductor que había parado el coche. "Yo te pregunté si necesitabas algo", recuerda que le dijo en ese momento.

Miguel Ángel fue conducido posteriormente al Hospital Clínico, donde ingresó con pronóstico reservado. La Policía Municipal condujo hasta el centro sanitario al resto de los detenidos, para su reconocimiento.Puntos en la cabeza

Por la mañana, el agredido recibió el alta. Lucía cinco puntos en la cabeza, dos en el codo y otros tantos en el labio superior. Tras salir a la calle prestó declaración ante el denominado grupo de tribus urbanas de la Brigada de Información de Madrid. En sus dependencias de Moratalaz se efectuó ayer una rueda de reconocimiento. Por la tarde, los detenidos fueron puestos a disposición judicial.

Ayer, al regresar a su colegio mayor, Miguel Ángel seguía sorprendido. Recordaba que el jersey de pico que tanto sulfuró a los punkis lo había comprado en un economato militar.

La prenda, de cuello de pico y lana marrón, luce en la manga izquierda una estrecha franja con los colores de la bandera de España. "¡Pero si no lleva águilas ni nada!. Yo soy español, simplemente, y me gusta el jersey".

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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