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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una reacción en tres tiempos

Los indignados vivieron el desalojo por fases: primero, con desconcierto y enfado; luego, fue un soplo de energía

Carmen Pérez-Lanzac

Ana, de 24 años, estudiante de arquitectura de la Politécnica, estaba anoche de guardia en el punto de información 15-M de Sol, InfoSol, por el que pasan diariamente una decena de voluntarios. Mientras ella y otro indignado custodiaban el puesto, 15 personas dormían: voluntarios del turno de primera hora, dos personas del puesto de cocina (que al igual que la enfermería se volvió a montar hace 10 días para atender a los indignados que llegaron caminando a Madrid) y una pareja con un bebé lactante que, temiendo que desalojaran a los acampados en Prado, habían decidido cobijarse en InfoSol. "A las 6.15 salí del puesto porque había un silencio extrañísimo, no había ni un borracho ni tampoco pasaban autobuses. De pronto, a las 6.26, empezaron a llegar lecheras", contaba ayer Ana, todavía sin dormir y muy impresionada por el despliegue policial. "Me ha dado tiempo de avisar a los que estaban en el puesto de cocina y decirles a los policías: 'Cuidado, hay un bebé con nosotros'. Cuando lo han visto, se han calmado, nos han dado cinco minutos para recoger y marcharnos pacíficamente. Había 16 policías por cada uno de nosotros", añade.

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El 15-M esparce su indignación

"A los de Prado les han tratado mucho peor, a muchos los han zarandeado en la tienda sin avisar y se han llevado sus cosas. A una mujer le han matado al aplastar su tienda a dos de sus mascotas, dos ratas domesticadas. Salvó a su gato de milagro".

El desalojo cogió a muchos de los integrantes del 15-M de vacaciones, en una pausa tras los últimos acontecimientos, que no han sido pocos: el recibimiento de las marchas indignadas el 23 de julio, el I Foro Social al que acudió, en plan sorpresa, el Nobel Joseph Stiglitz, o la salida de 40 indignados rumbo a Bruselas. Muchos sabían que la policía tenía intención de desalojar a los acampados en el paseo del Prado. La policía había avisado a la Comisión de Legal, y tras la decisión de los indignados llegados de fuera de prolongar su acampada, les comunicaron que cortaban la comunicación con ellos. Sabían que probablemente se desalojaría a los de Prado. Tenían la esperanza de que no harían lo mismo con Sol.

El desalojo ha dejado a los indignados sin un buen puñado de sus símbolos. Para empezar, el punto de información, que tomó el relevo tras la marcha de los acampados de la plaza y por la que rotaban cada día una decena de voluntarios de las comisiones de información, participación y propuestas.

Se da la circunstancia de que los propios indignados estaban planteándose reducir el tamaño de la estructura y cerrarla por las noches, para evitar los problemas que de madrugada tenían a veces con los borrachos e indigentes que a menudo pasan por la plaza. La propuesta se discutió precisamente el pasado domingo en su última asamblea general.

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Además de los palés de esta peculiar estructura, la intervención coordinada de policías y empleados de limpieza arrampló con los murales de la comisión de arte, que reunió dibujos de las acampadas de otras ciudades (y que llevaba estampada la firma de Hördur Torfason, músico y líder de la revolución islandesa, todo un símbolo para los indignados), así como con la placa con el lema: "Dormíamos, despertamos. Firmado: plazatomada", que habían colocado en el suelo, al pie del pedestal de la estatua de Carlos III.

Pasada la sorpresa del primer momento, llegó el enfado. Los desalojados de Prado y Sol se cobijaron temporalmente en el Centro Social Autogestionado Tabacalera, donde decidieron dar una rueda de prensa en la que cinco de los desalojados contaron su versión de los hechos (lo hicieron a las 18.30, en la sede del Club de Amigos de la Unesco). También se convocó una asamblea de urgencia en la plaza de Oriente para decidir qué hacer ahora, cómo reaccionar al desalojo.

Unas sesenta personas acudieron a la cita en la que, con cierta tensión, se pensó en acampar en otras plazas cercanas, como la del Carmen (que se rechazó enseguida por motivos estratégicos, "es una plaza embudo"), o la de Soledad Torres Acosta, que se descartó porque tiene una comisaría. El debate no fue muy fructífero. Parte de los presentes no querían ni oír hablar de alternativas.

"Tenemos que volver a Sol", era el sentir generalizado. Paralelamente, cientos de simpatizantes del 15-M llevaban horas expresando su enfado en las redes sociales, Twitter en cabeza. Su reacción fue también unánime: "De Sol no pueden echarnos, Sol es nuestro símbolo. Regresaremos: si no es hoy, será mañana, o pasado".

Cientos de personas acudieron a la llamada: "A las 20.00, en Sol". Y cuando la policía cercó la plaza y la delegación de Gobierno decidió cerrar el acceso a la parada de metro de Sol, el efecto llamada se multiplicó. Ayer, la intervención policial volvió a prender la mecha de los indignados.

J.J. GUILLÉN

"Cuidado, hay un bebé aquí"

Ana, de 24 años, estudiante de arquitectura de la Politécnica, estaba la noche del lunes de guardia en el punto de información 15-M de Sol, InfoSol, por el que pasan diariamente una decena de voluntarios. Mientras ella y otro indignado custodiaban el puesto, 15 personas dormían: voluntarios del turno de primera hora, dos personas del puesto de cocina (que al igual que la enfermería se volvió a montar hace 10 días para atender a los indignados que llegaron caminando a Madrid) y una pareja con un bebé lactante que, temiendo que desalojaran a los acampados en Prado, habían decidido cobijarse en InfoSol. "A las 6.15 salí del puesto porque había un silencio extrañísimo, no había ni un borracho ni tampoco pasaban autobuses. De pronto, a las 6.26, empezaron a llegar lecheras", contaba ayer Ana, todavía sin dormir y muy impresionada por el despliegue policial. "Me ha dado tiempo de avisar a los que estaban en el puesto de cocina y decirles a los policías: 'Cuidado, hay un bebé con nosotros'. Cuando lo han visto, se han calmado, nos han dado cinco minutos para recoger y marcharnos pacíficamente. Había 16 policías por cada uno de nosotros", añade.

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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