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Reportaje:

'La sonrisa del payaso' siembra el pánico

Cunde el miedo en la Ciudad Universitaria por la supuesta oleada de ataques de neonazis, aunque sólo consta una agresión

Pablo Ximénez de Sandoval

Cualquier estudiante ha oído esta historia. Una chica, residente en uno de los colegios mayores universitarios de la zona de Metropolitano, esperaba por la noche sola en la parada del autobús 132. Pasó un coche con cuatro jóvenes de aspecto skinhead y se pararon frente a ella para pedirle un cigarrillo. Ella dijo que no tenía. El coche dio la vuelta a la manzana y volvió a pasar por el lugar minutos después. Se bajaron, rodearon a la chica y le dieron tres opciones: "Te violamos, te rompemos los dientes contra un bordillo o te hacemos la sonrisa del payaso".

Esta última opción consiste en hacerle a la víctima dos pequeños cortes en las comisuras de los labios y, a golpes, obligarle a gritar para que se desgarre la cara. Cualquier estudiante al que se pregunte en la zona de los colegios mayores de la Complutense está convencido de que ha habido al menos una estudiante víctima de la sonrisa (también se conoce como el joker) en las últimas dos semanas. Y de que los autores son un grupo de skinheads neonazis que actúan en esa zona.

Cortan la comisura de los labios y obligan a la víctima a gritar para que se desgarre la cara

La historia ha recorrido como la pólvora la Ciudad Universitaria. Es más, se ha trasladado al rectorado de la Universidad Complutense y a los medios de comunicación la cifra de 16 agresiones neonazis en noviembre. La preocupación ha pasado de los estudiantes a los responsables de los colegios, de éstos a los órganos de gobierno de la Complutense, hasta llegar a la Delegación del Gobierno en Madrid y al Cuerpo Nacional de Policía.

Pero a la preocupación se ha sumado el desconcierto, al intentar recopilar los datos que sostienen esta situación de pánico. Que un grupo de cabezas rapadas se reúne o se ha reunido en la esquina de Reina Victoria con Beatriz de Bobadilla (frente a la Delegación de Hacienda) lo atestiguan varias pintadas en las paredes, tales como cruces gamadas. Pero la policía sólo tiene constancia de una denuncia reciente en la zona, según un portavoz, realizada por un grupo de jóvenes que se sintió acosado por otro grupo de estética skin. No llegó a haber un delito que registrar. En noviembre, un inmigrante ecuatoriano recibió una paliza en la boca de metro de Metropolitano. En cuanto a la sonrisa, la policía no tiene constancia de que haya ingresado nadie con una herida semejante en los hospitales de Madrid. "Si alguien llega a un hospital con una herida así, el médico avisa a la policía con denuncia o sin ella", asegura rotundamente un portavoz policial.

Los directores de los colegios mayores se reunieron hace unos días a raíz de los rumores. Tras estar varias horas preguntándose unos a otros, llegaron a la conclusión de que ningún alumno de ningún colegio mayor ha sido agredido en los últimos meses. Tampoco habían descubierto ninguna pintada o destrozo en sus colegios. "Íbamos todos a escuchar a los demás", detalla uno de los directores presentes. "Y nos dimos cuenta de que ninguno tenía nada que contar", agrega.

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En aquella reunión, los directores estaban convencidos de que pondrían nombres y apellidos a los agredidos y localizarían las pintadas y destrozos que también supuestamente se han visto en la zona. Porque, como dice la directora del colegio Miguel Antonio Caro, nombrada portavoz de este asunto, "un colegio mayor es un sitio donde se vive 24 horas al día todo el año, y todo se sabe, hasta lo más mínimo y personal".

A pesar de esta certeza, los directores de colegios mayores hicieron pública, el pasado viernes, una nota en la que se decía prudentemente que los hechos violentos "son limitados en número y gravedad a tenor de la información que hemos podido verificar, en contraste con las informaciones que se han difundido". El rector de la Complutense, Carlos Berzosa, solicitó al delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Javier Ansuátegui, que aumente la presencia policial en la zona. La petición ha sido atendida, pero aún no ha habido resultados de ese incremento en la vigilancia. "Estamos investigando, pero aún no hay nada concreto", dice un portavoz policial.

Algo parecido ocurre si se pregunta a los estudiantes. El jueves pasado por la tarde, estudiantes de la cafetería del Loyola aseguraban que en ese colegio mayor no se conocían agresiones, pero sí en el Mara, el colegio vecino. En el Mara, los estudiantes presentes en ese momento en la cafetería tampoco conocían ningún caso, pero creían que sí lo había en el colegio Chaminade, a unos 50 metros. El director del colegio Chaminade, José Ignacio Gautier, aseguró también que ninguno de sus residentes había sido agredido, ni conocía ningún caso.

A pesar de ello, "hay gente que no se atreve a subir la cuesta por la noche [hacia el paseo de Reina Mercedes]", asegura Gautier. "Será un bulo o una leyenda urbana, pero yo ahora me cojo el autobús para subir de la facultad al colegio, y no salgo por la noche", confiesa una estudiante del colegio mayor Loyola. También relata que tiene compañeros que al salir de la facultad por la noche llaman un taxi para llegar al colegio, para no caminar 20 minutos por la zona. Hasta para decir que no saben nada, los estudiantes ruegan que no salga su nombre en el periódico para no ser identificados. Incluso sugieren que no se cite el nombre de su colegio.

Lo que sí reconocen todas las partes es que la zona es insegura, con neonazis o sin ellos. Los alumnos de los colegios del Parque del Oeste sufren continuos robos y asaltos, ya que tienen que atravesar una zona muy degradada y con poca presencia policial, tanto al ir a clase como al volver. En la parte alta de la Ciudad Universitaria, las calles de Metropolitano no tienen buena iluminación, y por la noche reina un ambiente tenebroso y solitario. La intranquilidad de estos días ha servido para reforzar la presencia de los servicios de seguridad de la Complutense y la policía en estas zonas.

El presidente del Movimento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, que acaba de publicar un libro sobre agresiones extremistas, asegura que estos hechos violentos son muy reales. "No creo que haya habido 20 agresiones, sino más", afirma. Para Ibarra, la ausencia de denuncias se explica por el miedo a sufrir represalias. Afirma también tener cartas de vecinos de la zona que explican cómo cada noche oyen "los gritos por la ventana".

La portavoz de los directores de colegios mayores, Concepción Navarro, no niega las agresiones, puesto que la alarma existe, pero se atiene a la ausencia de pruebas de las mismas. "Mi experiencia me dice que a la vuelta de vacaciones, cuando empiecen los exámenes, todo esto se pasará", afirma Navarro. Mientras, la Ciudad Universitaria vive en tensión, pensando por las noches en la sonrisa del payaso.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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