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"Con el sueldo de los sindicalistas liberados haría un hospital nuevo"

El consejero de Sanidad, abucheado en el Gregorio Marañón, ataca a los sindicatos

Un centenar de trabajadores del hospital Gregorio Marañón acompañó ayer a gritos -aunque un poco en sordina por estar junto a una unidad de enfermos de cáncer- al consejero de Sanidad, Juan José Güemes. Nada extraordinario: ya le sucedió lo mismo y en el mismo sitio una semana atrás. Cada visita del político a un centro sanitario en los últimos días se traduce en una sonora protesta. Unas críticas que Güemes considera injustas y que circunscribe al mundo sindical, al que volvió a descalificar, otra vez en formato irónico: "Con el sueldo de los liberados, más de 1.000, se podría construir un hospital de 450 camas".

Esta vez no hubo casi gritos por estar cerca de enfermos de cáncer
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En opinión de los dirigentes de los sindicatos mayoritarios, esta afirmación supone "cuestionar el derecho de libre sindicación y demuestran que la derecha no cree en uno de los pilares del sistema, ni en la Constitución". El artículo 28 de la Carta Magna comienza así: "Todos tienen el derecho a sindicarse libremente".

"Güemes nunca ha creído mucho en la democracia", insistía un alto dirigente sindical sanitario de Comisiones Obreras. Los acuerdos entre las centrales y Sanidad se pactaron en época del anterior consejero, también del PP, Manuel Lamela: "Somos los mismos liberados que se acordaron entonces, ni más ni menos", zanja un miembro de esa mesa de negociación sin aclarar la cifra.

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El coche -largo, afilado, oscuro- parece la cabeza de un cortejo nupcial. En la parte de atrás, con cristales opacos, están pegados y cuelgan unos folios blancos con un lema impreso: "Hospital Marañón público". Güemes se aleja del Centro de Radiopatía y Radioprospección del Gregorio Marañón. Una unidad inserta en Oncología que cumple 25 años. Más de un centenar de personas lo despiden a gritos. Gente con bata y unos pantalones blancos atornillados al suelo con unos zuecos con agujeritos. Trabajadores del centro. Muchos, afiliados a algún sindicato. Sus protestas se resumen en dos consignas: "No a la privatización del hospital" y "No a la reducción de puestos de trabajo".

Güemes es casi zarandeado en el cubículo que dejan sus guardaespaldas. Pero se queda estoicamente en medio de los manifestantes, despidiéndose de los directivos del hospital sin prisa. Esta vez nadie le insulta, como en casos precedentes. No mucho. El vicepresidente regional, Ignacio González, pidió la semana pasada que dejen de atosigar al consejero. También algunos líderes de los trabajadores han pedido que no se entre en la descalificación personal.

"La gente de los hospitales está nerviosa por los posibles despidos", filtra una fuente sanitaria. Güemes, sin embargo, achaca estas protestas a una estrategia de "la izquierda" que "insiste desde hace 10 años en argumentos falaces para atacar al PP". El consejero, tras una breve visita al centro que adelantó cerca de media hora, expuso sus opiniones tras una rueda de prensa conjunta con Rafael Herranz, responsable del centro de Radiopatología. Las relaciones entre el consejero y los sindicatos tienen muchas aristas por varios motivos. "Hicimos una serie de pactos con Manuel Lamela, el anterior consejero, y no los están respetando", dice un alto dirigente sanitario de Comisiones Obreras. Los trabajadores de los hospitales, especialmente el personal contratado no funcionario, tiene miedo de perder su empleo. El consejero, en cualquier caso, recalcó que Madrid "es la Comunidad que más esfuerzo dedica a la sanidad pública".

Por otra parte, desde el centro de Radiopatología del Gregorio Marañón, se advirtió de que piensan pedir explicaciones al Centro de Seguridad Nuclear por hacer público ayer el accidente radiactivo de un trabajador. Fuentes del centro consideran esos datos confidenciales. La unidad, que conmemora sus 25 años de vida, ha atendido en ese tiempo a 2.300 personas.

GORKA LEJARCEGI

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