_
_
_
_
_
Reportaje:

Más tesoros del Ateneo

La institución 'descubre' óleos del XIX y una máscara mortuoria de Azorín

De las entrañas del Ateneo de Madrid, la institución cultural más veterana de la ciudad -nació en 1820-, siguen surgiendo tesoros. Una docena de obras de arte han sido identificadas ahora en el último inventario de la institución madrileña.

La última, una máscara mortuoria de José Martínez Ruiz, Azorín, vaciada al bronce por el escultor Gabino Amaya. También acaban de conocerse: la doble y cruzada rúbrica de un soberbio retrato de Mariano Fortuny, obra de Joaquín Sorolla y Francisco Peralta; las efigies atribuidas a Emilio Sala o Wifredo Lam, en claves precursoras del cubismo, o la puesta en valor de telas del hoy tan cotizado Antonio Reyna y otros alumnos de la primera promoción de pintores de la Academia de España en San Pietro in Montorio, en Roma, aleccionados por Vicente Palmaroli.

Unos 400 lienzos fueron desviados a paradores de turismo

Tales son algunos de los más recientes hallazgos que incluye el inventario de la colección de pinturas del siglo XIX del Ateneo de Madrid, que acaba de ser culminado tras dos años de esfuerzos. Pronto, su copioso contenido, que acredita a la institución madrileña el liderazgo de la iconografía decimonónica, podrá ser volcado en el programa informático y archivístico Arca de la Comunidad de Madrid, que permitirá el acceso generalizado a sus fondos. La galería de retratos tendrá que ser remozada y recobrado su bastidor ornamental, hoy cubierto por algunos de ellos.

Los concernientes a la colección de retratos constan de 187 lienzos que incluyen la mejor galería biográfica del Madrid de aquel siglo -y presumiblemente de toda España- a juicio de Alfonso Herrán Acebes, historiador del arte. Él ha invertido los últimos dos años en rescatar, documentar, identificar y cotejar este magno repertorio sin el cual nadie sería capaz de poner rostro a tan intenso siglo de la historia española, cuyos designios culturales y políticos pasan innegablemente por el Ateneo de Madrid. "Siempre que se necesita iconografía de aquella época se recurre al Ateneo", explica el historiador, que cita el caso de la Expo de Zaragoza 2008: exhibirá un retrato de Joaquín Costa perteneciente a la institución ateneísta. La culminación de la tarea ha sido posible gracias al cotejo de diversos inventarios elaborados en el Ateneo desde 1878, siendo el realizado en 1913 por Manuel Azaña, a la sazón secretario del pulmón cultural madrileño, "el mejor de todos cuantos se confeccionaron", según subraya Herrán.

La colección de retratos había comenzado a formarse a partir de 1868, cuando el Ateneo tenía su sede en la calle de la Montera. Se ha prolongado hasta nuestros días, a la sede de Prado, 21.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

En un principio, los retratados habían de ser los presidentes de la institución y luego se les incorporaron socios de mérito, por su cualidad de personalidades de la cultura española: desde políticos y pensadores a músicos, escritores, diplomáticos, militares y hombres y mujeres de ciencia y del arte. De tal elenco formaron parte pues personalidades como el general Francisco Javier Castaños, duque de Bailén, primer presidente del Ateneo; el diplomático y dramaturgo Ángel Saavedra, duque de Rivas; la escritora Cecilia Bohl de Faber; el político Antonio Cánovas del Castillo o el pensador Juan Donoso Cortés. Luego, se allegarían los retratos de Ramón de Mesonero Romanos; el marino Casto Méndez Núñez; el sacerdote e intelectual Alberto Lista; el orador Emilio Castelar y, más adelante, las efigies al óleo de José de Espronceda, Eduardo Rosales, Ramón de Campoamor, Luis González Bravo y Claudio Moyano, entre muchos otros.

De los retratistas descollaron Enrique Mélida y Alinari, Vicente Esquivel, Joaquín Espalter o José Casado del Alisal. Los pintores ofrecían gratuitamente sus retratos al Ateneo, que les confería así la condición de socios.

Por otra parte, el Ateneo ha cosechado otra excelente colección de pintura contemporánea, en sus dos galerías de las calles del Prado, la llamada 'Saloncito de Arte', a partir de 1916, y la de la calle de Santa Catalina, entre 1924 y 1939. José Moreno Villa o Ricardo Baroja fueron algunos de sus artistas invitados. Esta sala fue una de las poquísimas que siguió exponiendo durante la Guerra Civil.

En 1937, fue muy celebrada una muestra de Arte comunista, que generó grandes hileras de visitantes en el Barrio de las Letras. Tal vez por esa causa, la sala de Santa Catalina fue en la posguerra franquista degradada a carbonera del Ateneo. En 1951, el escultor y académico José Luis Sánchez logró recobrar este recinto. Después de los años cincuenta expondrían allí desde Eduardo Chillida, el grupo El Paso -nacido en el Ateneo- y Antonio López, hasta Henry Moore, que mostró extraordinarias litografías. Ochocientas pinturas y esculturas integran tal colección; 400 lienzos fueron desperdigados bajo el franquismo por paradores de turismo. El Ateneo gestiona recuperarlos.

El Gobierno regional, que ha participado en las recientes reformas del Ateneo, contempla ahora integrarlo en una serie de circuitos culturales y turísticos.

Mascarilla mortuoria de Azorín.
Mascarilla mortuoria de Azorín.ATENEO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_