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Crítica:POP | Maldita Nerea
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los tiernos y los malotes

No nos engañemos: todos fuimos alguna vez quinceañeros, aunque la memoria, siempre selectiva, se encargue de diseminar estratégicamente agujeros negros a lo largo de la singladura. Los misterios de esta edad de picores, pudores e incertidumbres son a buen seguro insondables, pero la contemplación de los quince años ajenos tampoco despeja los interrogantes básicos. Violeta Parra, mujer sabia, proponía volver a los diecisiete, que no antes. Porque a los quince puedes derretirte con las crónicas tiernas y sentimentales de Maldita Nerea después de haber berreado hasta la afonía con los chicos malotes de McFly. Abrazaron esta doble militancia unas 12.000 personas en el Palacio de los Deportes, con una edad media lo bastante ínfima como para que algún papá despistado se sintiera ancianísimo.

Los rigores de la mercadotecnia severa provocaron momentos absurdos

Tiene algo de misterioso que Jorge Ruiz, el personaje al frente de los murcianos Maldita Nerea, haya concitado tantas adhesiones. No será por su discurso: se limitó a decir que se le ponen "los pelos de punta" ante tanto público. Es menudito, viste de negro y con chaleco, no figura en ninguna clasificación de guapos oficiales, tampoco va de carismático y sujeta el micrófono arqueando mucho los dedos, como si sostuviera la flauta dulce de la EGB. Y encima, nos hizo esperar hasta la medianoche.

Sin embargo, en cuanto suministra su primera tripleta de éxitos, Cosas que suenan a..., Por el miedo a equivocarnos y el reciente Fácil, se convierte en el gran jefe. "Porque es tan dulce que entran ganas de abrazarlo", resume Nuria, una fan confesa de 16 años. Ah, el romanticismo.

Los rubitos de McFly habían arrancado pasadas las diez, noventa minutos más tarde de lo previsto, pero al pabellón le traían al pairo los horarios: el locutor Tony Aguilar amenizaba la espera, a los profesores no hay que verles la cara hasta septiembre y los progenitores siempre aguardan a la salida el tiempo que sea necesario. Además, como estos cuatro mozos británicos son fotogénicos, de sonrisas blanquísimas e inagotables a la hora de pegar botes en escena, las chavalas no tardaron en sentirse muy cerca del cielo.

El éxito de McFly consiste en dominar más la pose que cualquier otro ingrediente. Las pantallas gigantes amplifican sus gestos de pícaros descarados, los tatuajes en el antebrazo, las camisetas sin mangas o los flequillos rebeldes. Para mayor delirio, Tom Fletcher, uno de los dos cantantes principales, enseñará durante la interpretación de Star girl una porción generosa de gayumbos. Hubo lluvia de sujetadores, en efecto. En lo musical, curiosamente, estos muchachos saltarines son más yanquis que londinenses y se abonan a ese punk gamberrete y de baja intensidad que apadrinaron Green Day y validaron Blink-182 o Sum 41. Aunque, sorpresa, All about you representa un aceptable pastiche de los Beach Boys. Su fiesta duró una hora exacta y nos permitió descubrir que el otro vocalista, Danny Jones, hace los mismísimos gestos que Bruce Springsteen. Solo que en versión más joven y guaperas.

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Por lo demás, los rigores de la mercadotecnia severa propiciaron momentos más absurdos que chispeantes. La Musicalité, una muchacha llamada Lara y el grupo Pol 3,14 (que no lo hace mal), entre otros, se vieron en el trance de intercalar en su repertorio versiones de las cancioncitas de los anuncios del patrocinador. El resultado: nos entraban unas ganas horribles de cambiarnos a las burbujas de la competencia a partir de hoy mismo. Es muy loable que las empresas se dejen los cuartos -ahora que escasean- en organizar conciertos o festivales, pero, por piedad, que no nos den la monserga de esta manera tan cruel.

Jorge Ruiz, líder y cantante de Maldita Nerea, durante la actuación de ayer en el Palacio de los Deportes.
Jorge Ruiz, líder y cantante de Maldita Nerea, durante la actuación de ayer en el Palacio de los Deportes.CLAUDIO ÁLVAREZ

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