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La unidad contra el terrorismo sale a escena en Sol

Aguirre llama al consenso para afrontar "diferencias que parecen insalvables"

Soledad Alcaide

Un convidado de piedra irrumpió ayer por la mañana en la tradicional recepción con motivo del Día de la Constitución, que ayer se celebró en la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional. El atentado terrorista de ETA perpetrado tres días antes contra dos guardias civiles, Raúl Centeno (que murió) y Fernando Trapero (que permanece en coma), ensombreció las celebraciones, pero tuvo la virtud de poner de acuerdo a los dirigentes políticos y sociales de la región en que, contra el terrorismo, sólo cabe cerrar filas.

La presidenta renunció al brindis por duelo, pero no al ¡Viva España!

"Unidos, vamos a derrotar al terrorismo", sentenció la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, minutos antes del comienzo de la recepción. A petición del sindicato CC OO, había reunido en la Puerta del Sol a todos los grupos políticos (PP, PSOE e IU), empresarios y sindicatos, así como a los miembros de la Mesa de la Asamblea de Madrid. Mantuvieron un encuentro de media hora y luego salieron a escenificar "la unidad ante el ataque vil".

No fue la única novedad respecto a otros años. También se renunció al tradicional brindis por la Constitución de 1978, al que el año pasado la presidenta regional, que no da puntada sin hilo, había añadido el grito de "¡Viva España!" (y con el que ayer no se olvidó de cerrar su discurso). "Voy a pedirles que rompamos esa tradición en señal de duelo y como muestra de respeto, solidaridad y cariño a los guardias civiles víctimas del atentado", anunció Aguirre, que por primera vez no levantó la copa de champán ante el millar de invitados congregados.

Entre ellos, figuraban la ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado; el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón; el secretario general del Partido Socialista de Madrid (PSM), Tomás Gómez; el coordinador general de IU en la región, Fernando Marín; el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Javier María Casas, y el de la Audiencia Provincial, Francisco Javier Vieira, entre otros.

Tampoco ha sido frecuente en este tipo de actos escuchar en las intervenciones oficiales la palabra terrorismo. La usó ayer la delegada del Gobierno, Soledad Mestre, que recordó que en 1978, cuando se instauró la Constitución española, murieron 67 personas a manos de ETA y, todavía hoy, "sigue siendo posible perder la vida en manos de la banda". "Que deje de serlo es nuestra tarea fundamental", apostilló. Mestre abrazó también la tesis de la unidad y afirmó que es el camino "para que nunca más un servidor público muera en defensa del texto constitucional".

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Tras ella, Aguirre ofreció un discurso más moderado de lo que suele. Elogió el consenso que sirvió para aprobar la Constitución y recordó al recientemente fallecido Gabriel Cisneros, uno de los padres del texto constituyente, para apelar al espíritu de "consenso, concordia y tolerancia" que aquellos abanderaron, como ejemplo de lo que hay que hacer "para afrontar obstáculos o diferencias que parecen insalvables".

Rotas las filas tras escuchar el himno nacional, hubo poco lugar para la fiesta. En un lado de la sala se agrupaban dirigentes populares como Eduardo Zaplana, Ángel Acebes, Manuel Fraga y Francisco Álvarez Cascos, que no frecuenta actos públicos. Había también una nutrida representación de los consejeros de Gobierno, de los grupos parlamentarios de la Asamblea y de los concejales de la oposición del Ayuntamiento de Madrid, así como de los mandos de la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía.

Pero sobre todo destacaba el tumulto de gentes que se acercaban a saludar personalmente a Esperanza Aguirre. Desde la señora que, pertrechada de tapa de jamón y colín en una mano, bolso en la otra, empujaba para hacerse hueco, hasta el conocido periodista del corazón que no cejó hasta que la presidenta se despojó de la chaqueta para husmear la marca del modelo que vestía.

Y Aguirre repartía sonrisas. Pero a uno de los que más afectuosamente saludó fue a Rafael Simancas, ex secretario general del PSM y antiguo rival, que confesó estar con un pie fuera de la política regional y "en expectativa de recibir destino".

Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón charlan durante el discurso de Soledad Mestre.
Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón charlan durante el discurso de Soledad Mestre.CRISTÓBAL MANUEL

¿De qué hablaron Aguirre y Gallardón?

No es habitual ver a Esperanza Aguirre y a Alberto Ruiz-Gallardón compartir complicidades. Pero ayer el millar de asistentes a la recepción del Día de la Constitución fue testigo involuntario de que tenían mucho que contarse, pues era inevitable no darse cuenta al seguir, frente al escenario instalado en el patio de la Real Casa de Correos, el discurso de la delegada del Gobierno, Soledad Mestre.

Ni la presidenta de la Comunidad de Madrid ni el alcalde de la capital hicieron caso de sus palabras, ocupados en cuchichear asuntos privados. Atrás quedaron los desencuentros que mantienen abiertos, como la reforma del eje Prado-Recoletos, el control del Ifema, el nombre de los concejales de gobierno del Ayuntamiento, las listas electorales del PP o quién sacó más votos en las elecciones.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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