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Reportaje:

Un viaje entre Gràcia y La Latina: parecidos razonables

Coinciden las más importantes fiestas de barrio de Madrid y Barcelona. Los más jóvenes añoran la diversidad de los festejos catalanes

"Esto parece montado por mi abuela...": los grandes ojos verdes se posan aburridos sobre la muchedumbre que se mueve electrizada por la plaza de la Cebada. La Latina está de fiesta y Marta lo observa escéptica tras el escaparate de un bar, casi protegiéndose del bullicio de gente que pide cervezas, del humo de las gallinejas y de las chulapas. Vive en Toronto, prepara el doctorado en Filosofía y en verano vuelve a su ciudad. Suele coincidir con las fiestas de la Paloma. "Cada año me siento menos involucrada. Este barrio es muy popular, mestizo y la gente es cercana. Pero las verbenas lo vuelven casposo: esta noche he quedado en Malasaña", concluye con la cabeza apoyada en la mano. La mente se le va a otras fiestas de calle: "¿Has estado alguna vez en las de Gràcia, en Barcelona?", pregunta, casi buscando complicidad. "Tienen un cartel tan amplio que siempre te pierdes algo".

"Se olvidan de los jóvenes con una mínima inquietud cultural", dice un vecino

Gràcia, en el centro de Barcelona, con sus 75.000 habitantes, y sus callejuelas, se adorna a mediados de agosto para la mayor fiesta de barrio de la ciudad. Empezó ayer e involucra a los vecinos de 18 calles. Cada una estrena un decorado que la sumerge en un escenario fabuloso: la más original gana. Las asociaciones de vecinos organizan actividades: durante siete días es un hilvanado de conciertitos callejeros. Acuden dos millones de visitantes a la semana de fiesta.

Las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y la Paloma, en Madrid, también visten de fiesta al corazón de la ciudad, a sus 140.000 habitantes. Duran 19 días y las organiza el Ayuntamiento directamente, sin que los vecinos gestionen el presupuesto. Por allí pasan, según las primeras estimaciones del Consistorio, entre 50.000 y 200.000 personas.

"Esto es beber y sentarse, nada más". José, en la escalinata blanca de la plaza de Puerta de Moros con una amiga y un vaso de cerveza entre las piernas, es otro nostálgico de Gràcia. En los ojos tiene todavía los extraterrestres que adornaban la calle ganadora el año pasado; en el oído el jazz de los conciertos que escuchó, cuando fue a visitar a unos amigos y se quedó "fascinado, como atrapado". "Las fiestas de Madrid tienen una naturaleza muy diferente, todo resulta más entregado al entusiasmo del momento y poco estructurado. A lo mejor se gastan un pastón para pagar a Antonio Carmona, que tocó el sábado pasado, pero los otros conciertos son mediocres". Una decena de jóvenes consultados notan que en Madrid falta una mayor diferenciación. "También en Gràcia hay juegos infantiles, meriendas, y topicazos como los castellers, pero cada escenario se diferencia: hay zarzuela, clásica, y también jazz y rock alternativo", comenta su amiga Ana, de Barcelona: este año ha venido ella.

En la capital catalana cada una de las 18 calles adornadas tiene su propio escenario. La fiesta tiene 10 espacios más gestionados por el Ayuntamiento: la plaza central del barrio, por ejemplo, hace de marco a los castellers, la calle de Bailén tiene zarzuela, la plaza del Diamant se especializa en jazz. También las más de 30 citas programadas por jóvenes antisistema están incrustadas en la fiesta.

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Las fiestas madrileñas sólo tienen cuatro escenarios. La Paloma, en la plaza de la Paja y en las Vistillas. La semana anterior Cascorro tenía el suyo, en las de San Cayetano; y la anterior, Argumosa, en las de San Lorenzo. En ellos, ha habido 23 actuaciones.

Anteayer, la plaza de la Paja estaba repleta y la pachanga de la Orquesta Deborah llenaba el aire. Camilo descansa sus 81 años, con su uniforme de chulapo veterano. Alfonsa le hace compañía coqueteando con su traje de manola. "Me gustaría bailar un chotis", grita a su compañero, que intenta sin éxito dar palmadas secundando el ritmo. Mantener las tradiciones es una apuesta contra corriente. La asociación hizo un bote, cada uno más de 100 euros para comprar cerveza, adornos y bocadillos. "El Ayuntamiento puso la carpa y la mahou nos prestó mostradores y grifos de cerveza", dice.

A la queja de una apasionada de las verbenas madrileñas se opone la opinión de algunos jóvenes que les van perdiendo el "gustillo". Miguel Ángel, por ejemplo. "El sábado pasado había planeado pasar el día en San Lorenzo. Renuncié", denuncia por teléfono. "El programa anunciaba la final del campeonato de mus, un concurso de tortilla y figuras de plastilina para los niños. Eso no se puede proponer", dice el informático, de 32 años. "Se olvidan de los jóvenes con una mínima inquietud cultural, cosa que no pasa en otras capitales españolas".

Cutre es la palabra que les sale a Cristina y Raúl, ambos de 29 años. La usan con cariño, con ternura, casi. Están sentados en un portón. "No hay mucho de que regocijarse con los conciertos, pues a mí me gusta el rock", dice Cristina. Los dos chicos le encuentran su gusto: "Lo bueno es lo espontáneo que es todo. A la tercera cerveza podemos hasta bailar el chotis", dice la chica. Raúl ríe tímido. En un altavoz suena: Un mantón de la China-na...

Una joven sacia el apetito en uno de los tradicionales puestos de comida de las fiestas de la Paloma.
Una joven sacia el apetito en uno de los tradicionales puestos de comida de las fiestas de la Paloma.MARUXA R. DEL ÁRBOL
Calles decoradas en las fiestas de Gràcia, en Barcelona.
Calles decoradas en las fiestas de Gràcia, en Barcelona.CARLES RIBAS
Ambiente en la calle durante las fiestas de la Paloma.
Ambiente en la calle durante las fiestas de la Paloma.CRISTÓBAL MANUEL

Las cifras de dos citas

La Fiesta Mayor de Gràcia se celebra del 15 al 21 de agosto en el barrio barcelonés, donde residen 75.000 habitantes. Como aperitivo, igual que sucedió en Madrid el pasado 28 de julio, el tradicional pregón dio inicio a las celebraciones, el 14 de agosto, en la plaza Rius y Taulet, sede del distrito. El presupuesto de la cita es de 400.000 euros este año, según fuentes de la organización, lo que supone un incremento del 5% respecto a 2006. Cada una de las 18 calles que participan en la competición de engalanamiento urbano, recibió 7.000 euros. Con este dinero cada asociación vecinal compró material para los adornos, además de organizar actividades y montar los bares a pie de calle. La libreta que reúne todas las citas en los 28 escenarios tiene 25 páginas.

La Junta de Centro del Ayuntamiento de Madrid aportó 300.000 euros a las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y la Paloma, que en 19 días y con cuatro escenarios, afectan a 140.000 vecinos. El importe ha sido administrado por la Comisión de Fiestas, compuesta por los tres grupos políticos, y una veintena de asociaciones de Lavapiés y La Latina. La comisión ha pagado los conciertos de 12 orquestas y 11 grupos, las luces, la seguridad y ha financiado algunas iniciativas de los vecinos: "Por ejemplo, comprar el chocolate por las meriendas...", dijo un portavoz.

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