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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La vida en colores

Mika deslumbra en el palacio con un divertidísimo y chispeante concierto

Carlos Marcos

Un concierto que empieza con un tipo vestido de astronauta sobrevolando las cabezas de los espectadores, mientras se mueve como dicta la ley de la gravedad, no es algo muy habitual, no señor. Un concierto que provoca que uno de los espectadores -Mario García, de 42 años- le pida matrimonio a su chica (Mónica Ullivarri, de 37 años), "después de siete años viviendo juntos", tampoco es algo que pase todos los días, no señor. Todo lo que ocurrió anoche en el Palacio de los Deportes fue divertido, colorido, chispeante, alegre, ameno. Mika en concierto es todo eso. "Quiero que el público se quede boquiabierto", anunció en la víspera este libanés-británico, de 26 años, y en muchos momentos lo consiguió. Bocas abiertas, cuando le acompañaron en la interpretación de Big Girl (You Are Beautiful), dos gigantescas piernas hinchables de mujer. Caras de asombro, cuando irrumpió en el escenario una especie de procesión de Semana Santa, con vestidos cabareteros de colores chillones. Semblantes relucientes, cuando fue sacando de una maleta un sinfín de disfraces y artefactos. Sorpresas toda la velada.

El palacio lució media entrada larga, unos 8.000 espectadores

Lo de anoche en el palacio fue un despiporre, la prueba de que esto del pop es, ante todo, un divertimento, una manifestación donde la gente acude a bailar y a olvidarse de lo chusco que se está ahí afuera, cenizas volcánicas incluidas. Estuvo especialmente motivado el protagonista. Simpatiquísimo, divino. Mika adora Madrid, y eso se notó en su exaltado estado de ánimo de anoche. Quizá se acordara de aquel día en el que, aún sin editar su primer disco, visitó la capital para ver a una amiga del colegio (igual estaba Isa ayer en el palacio), y acabó con todo el calimocho de la ciudad y en un garito de Chueca. Muchos años después, Mika es una estrella a pesar de su corta carrera (sólo dos discos). Es tan bueno que su concierto está autorizado para todos los públicos: los más modernos de la ciudad se cruzaban en el recinto con niños, acompañados de sus padres. El palacio lució media entrada larga, unos 8.000 espectadores. Pero unos telones que tapaban las gradas otorgaron a aquello un aspecto muy apañado.

Después del número del astronauta arrancó imponente, con la canción que le hizo millonario, Relax, take it easy. Alto, flaquísimo, con el pelo alborotado, hizo la promesa de hablar en castellano durante toda la noche. Lo consiguió, no sin esfuerzo. La puesta musical de Mika mira a lo retro de forma descarada, no se empeña mucho en ocultarlo. Freddie Mercury está ahí, en esos agudos que serpentean por el pabellón auditivo del espectador; también Elthon John, sobre todo cuando se sienta al piano, y los Bee Gees y ese falsete que le haría convertirse en hermano Gibb al instante. Y la música disco de los setenta. Algunas de sus canciones, las más revoltosas, podrían integrarse perfectamente en la banda sonora de Alicia en el País de las Maravillas, aparentemente infantiles, son cargas de profundidad con un mensaje agrio.

Interpretó casi al completo sus dos álbumes. En alguna ocasión, con los temas más frenéticos, el palacio parecía la sesión goa de la periférica discoteca Fabrik. Es tan bailable y ligero el concierto, que cuando cede espacio a las piezas relajadas rompe el ritmo y deja la sensación de que estas canciones no eran necesarias. En el capítulo de los bises se entregó una alborotada Grace Kelly, que hizo desgañitarse a los espectadores. Todo acabó con confeti, enormes globos y la gente bailando. La vida en colores es mucho más bonita.

Mika, durante su actuación de anoche en el Palacio de los Deportes.
Mika, durante su actuación de anoche en el Palacio de los Deportes.CLAUDIO ÁLVAREZ
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El cantante de ascendecia libanesa actuó anoche en el Palacio de los DeportesVídeo: AGENCIA ATLAS

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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