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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Regreso delicado

J. Ernesto Ayala-Dip

Petra Delicado vuelve a sus pesquisas. Y lo hace con la impagable colaboración del subinspector Garzón. En su nueva entrega, Serpientes en el paraíso, Alicia Giménez Bartlett sigue fiel a su esquema. Todo se reduce a poner a sus dos investigadores tras la pista de un delito, a hacerles las cosas difíciles, a dejarlos con su intuición frente al crimen de rigor y destilar algunas gotas de desilusión, también reconfortante humor, en un argumento que esta vez quiso la autora que señalara algunas cualidades inéditas, sobre todo en la inspectora Delicado. Alicia Giménez Bartlett se ha ganado un público con su serie de novelas policiacas. De la misma manera que se lo ha ganado la escritora norteamericana Sue Grafton con su atractiva serie alfabética. Curiosamente las dos autoras escriben sus novelas en primera persona, las dos miden la temperatura moral -aunque una es una funcionaria pública y la otra es detective privado- de sus respectivos entornos sociales. Pero Sue Grafton le ha puesto límite a su serie. ¿Lo tiene la de Giménez Bartlett?

SERPIENTES EN EL PARAÍSO

Alicia Giménez Bartlett Planeta. Barcelona, 2002 344 páginas. 18 euros

Petra Delicado nos narra

en Serpientes en el paraíso la investigación que lleva a cabo para aclarar una misteriosa muerte en una urbanización barcelonesa. El ineludible Garzón se le suma con sus afiladas antenas y con un problema personal nada desdeñable a la hora de ponerle salsa a esta historia. Petra Delicado acaba de llegar de unas vacaciones en Suecia y su inseparable compañero lo hace desde Mallorca. Mientras la soledad de la inspectora sigue intacta, la de su pareja de pesquisas ha experimentado una atractiva modificación. No voy a hablar más de la trama que, como todas las de la autora de Muertos de papel, no son excesivamente complicadas, lo justo para explayarse en ellas acerca de su visión del mundo, compaginando cierta sensación agridulce de la vida con esa profesional voluntad de hacer bien los deberes para que sus lectores esperen las próximas aventuras de su consagrada heroína.

Ahora bien, con estar acertada esta nueva entrega de Petra Delicado, uno comienza a preguntarse si Alicia Giménez Bartlett no vería la posibilidad de insuflarle a sus historias policiacas algo más que una trama y un poco de filosofía bastante poco optimista. Me refiero a una construcción un poco más osada. Ella suele citar como uno de sus referentes en el género detectivesco a Patricia Cornwell. Y lo cierto es que esta autora americana, con todo lo buena que es, en sus últimas novelas comienza a resultarnos reiterativa y previsible. Cuando hablo de osadía narrativa me refiero a esos múltiples puntos de vista en las novelas de Henning Mankell, a esos relatos paralelos, como también sucede en las novelas de la noruega Karin Fossum, que tanta sustancia humana y literaria le otorgan a sus títulos. Incluso, en materia de osadías narrativas, la misma Agatha Christie se permitió un lujo, cuando en una novela construyó todo el enigma desde el punto de vista del asesino. En fin, una humilde sugerencia.

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