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Crítica:EQUIPAJE DE BOLSILLO | JUVENIL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Liberad a Tinki-Winky

Javier Rodríguez Marcos

Corren tiempos extraños para todo lo que huela a infancia. En Occidente, los niños y adolescentes han dejado de ser mano de obra para convertirse en objeto y sujeto de consumo, es decir, en clientes. Y ya se sabe que el cliente siempre tiene razón. Se pasa más rápido de la ausencia de derechos al despotismo que de cero a cien en un coche caro. ¿Tiempos extraños? La extrañeza siempre puede terminar en delirio. Se empieza -en el haz- adaptando los cuentos tradicionales a la corrección política y se termina -en el envés- acusando a Tinky-Winky de corrupción de menores. Pongan un teletubbie en manos de un semiólogo y sacará petróleo. Pónganlo en manos del ministro de Educación polaco y sacará el crucifijo. Si lo ponen en manos de un niño verá un muñeco azul que lleva un bolso con la misma naturalidad con que sus compañeros llevan un gorro, una pelota y un patinete. ¿Natural? Para un niño todo es natural. De ahí que jamás pregunte por qué habla el ciervo en la fábula de Esopo o la tortuga en el relato de Lewis Carroll. Ni lo preguntan los niños ni lo preguntan -más que despiertos, despertados- los adolescentes. A ambos se dirige Harold Bloom (Nueva York, 1930) en Relatos y poemas para niños extremadamente inteligentes de todas las edades. El padre del canon occidental, que se define como "anticuado y romántico", ha reunido 40 relatos y 85 poemas con la convicción de que nacemos siendo lectores "por naturaleza", eso sí, hasta que ese instinto "es destruido por los medios de comunicación". Al margen del enfado permanente del gran apocalíptico y de que su sentido de lo universal comparte fronteras, mayormente, con el Reino Unido y Estados Unidos, esta antología tiene varias virtudes. Una: es en sí misma toda una biblioteca (fantástica, en los dos sentidos). Dos: está llena de curiosidades (Tarantino, por ejemplo, parece un epígono racionalista del Mark Twain de Periodismo en Tennessee). Tres: devuelve la poesía al lugar que perdió hace tiempo. Y cuatro: aunque con cierto desdén por la literatura juvenil oficial, demuestra que si varias generaciones leyeron a Stevenson, Kipling o Chesterton entre los cinco y los quince años, otras varias podrían seguir haciéndolo. Los lectores sin prejuicios disfrutarán como niños, lo sean o no. Los otros echarán los dientes de rabia con la mera presencia de Walt Whitman. ¿Quién sale perdiendo?

RELATOS Y POEMAS PARA NIÑOS EXTREMADAMENTE INTELIGENTES DE TODAS LAS EDADES

Harold Bloom

Traducción de Damián Alou

Anagrama. Barcelona, 2007

710 páginas. 13,50 euros

Ilustración de Soledad Calés.
Ilustración de Soledad Calés.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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