_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La educación favorita

La personalidad literaria de Muriel Spark (Edimburgo, 1918-La Toscaza, 2006) es verdaderamente singular. Pertenece a la misma generación que Iris Murdoch y, aunque coincide con ella en cultivar un realismo en el que aparece lo paranormal, sus estilos son bien distintos. Spark es más desenfadada. En realidad, hay una tercera novelista, excelente, que coincide con ellas, Barbara Pym. La diferencia está en que Pym, la más tradicional, es una retratista despiadada de la sordidez del mundo aparentemente confortable de la clase media británica; Murdoch afronta problemas morales de gran calado y además es afín al grupo de "jóvenes rebeldes" (Sillitoe, Kingsley Amis, John Wain...); Muriel Spark, en cambio, tiene una apariencia de ligereza y un punto de humor tranquilo y punzante a la vez, que poco a poco revela su verdadera faz. Lo que ninguna de las tres elude es meter el dedo en la llaga, pero cada una lo hace a su manera.

LA PLENITUD DE LA SEÑORITA BRODIE

Muriel Spark

Traducción de Silvia Barbero

Pre-Textos. Valencia, 2006

180 páginas. 16,35 euros

La plenitud de la señorita Brodie está considerada como la obra maestra de Muriel Spark y es, desde luego, una novela muy notable. La anécdota no puede ser más sencilla: a finales de los años veinte y principio de los treinta, un grupo de seis alumnas de primaria de la Escuela femenina Marcia Blaine forman un núcleo exclusivo regido por la señorita Brodie, una profesora bastante peculiar. "En la década de los treinta había legiones de mujeres como ella, mujeres de treinta años para arriba que distraían su afligida soltería, debida a la guerra, con viajes que les revelaban ideas nuevas y disciplinas prácticas en torno al arte, la asistencia social, la enseñanza o la religión". La señorita Brodie explica a sus alumnas favoritas que "la palabra 'educación' viene de la raíz latina e, que viene de ex, que significa 'sacar', y de duco, que significa 'guiar'. Significa algo que se saca. Para mí, la educación es sacar lo que ya está dentro del alma de una alumna". De ahí que sus clases sean absolutamente heterodoxas, para fascinación de las chicas. La señorita Brodie pide a menudo a sus alumnas que tengan abierto el libro de historia ante ellas o escribe en la pizarra complicadas sumas para fingir que está impartiendo las clases de historia o matemáticas que el colegio exige mientras en realidad les habla de sus experiencias de la vida con intención de ejemplaridad.

El resultado es la relación compleja, humorística y un punto fantástica entre ella y sus seis alumnas favoritas. Aunque las niñas van madurando y dejan la primaria para pasar a secundaria, la señorita Brodie, en su plenitud vital y personal según ella, sigue manteniendo el ascendiente sobre ellas; lo mantiene en diverso grado, según cada cual, pero por ahí vamos descubriendo el sentido del poder que ella desarrolla, el mandato sobre las vidas de sus alumnas, paralelo a su entusiasmo por el fascismo, un entusiasmo elemental que le hace sentirse dueña de vidas. Las alumnas, sin embargo, se desharán de su influencia a medida que crecen y sus destinos serán bien distintos a los que ella previó. Por más buena cara que pone al mal tiempo, el resultado final es un tanto patético, retirada y empeñada en averiguar cuál de las seis alumnas fue la que la traicionó dando pie a su expulsión del colegio.

Lo que resulta fascinante es el artificio por medio del cuál cuenta esta historia: el tratamiento del tiempo. La voz narradora, perfectamente omnisciente, parte de un presente continuo a partir del cual se adelanta cuantas veces le conviene hacia el futuro de modo que la agilidad o multiplicidad de enfoques del relato funciona perfectamente ayudada a la vez por la variedad de focos que establece sobre las alumnas; éstas giran como aerolitos en torno a la inamovible e infatigable señorita Brodie y todo el relato se convierte en un juego extraordinariamente ágil y expresivo; un juego al que ayuda el hábil uso del leitmotiv con el que define rítmicamente a cada una (por ejemplo, las referencias a la famosa aura sexual de Rose, a la torpeza de Mary Macgregor, a la propia plenitud de miss Brodie...). Finalmente, lo que sucede no deja de ser irrelevante, son vidas comunes sin mayor trascendencia, pero es el conjunto lo que adquiere temperatura dramática, una temperatura que sube sin freno hasta alcanzar un punto de ebullición donde el humor de fondo se recubre de una dura costra de realidad. La novela, en fin, es encantadoramente feroz.

La señorita Brodie es, pues,

una mujer de ideas avanzadas y de adscripción fascista; esta mezcla hace un estupendo personaje. "Éstos son mis años de plenitud -dice-. Recordad lo que os digo: es importante saber reconocer cuáles son los mejores años de la vida de cada cual". "La seguridad no es lo primero -dice en otro momento, renegando de la divisa del colegio-. La Bondad, la Verdad y la Belleza están por delante. Seguidme". Esto es lo que trata de inculcar a sus favoritas. El deseo de manejar el destino de sus chicas se volverá contra ella. Su plenitud fue una confianza insensata, pero real, en sí misma que reunía feminismo, ideas sociales avanzadas y fascismo sin problema. De hecho, reconoce, después de la guerra, que "Hitler se portó muy mal". Como dice la voz narradora: "Así como un desmesurado sentimiento de culpabilidad puede conducir a la gente a acciones desmesuradas, la señorita Brodie era conducida a tales acciones desmesuradas por un exceso de carencia de culpabilidad".

La autora británica Muriel Spark.
La autora británica Muriel Spark.AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_