_
_
_
_
_
Entrevista:Ramiro Pinilla

"El franquismo contó con la posguerra para asesinar impunemente"

Asus 84 años, Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) sigue escribiendo con la ilusión de un principiante. Mientras prepara una nueva novela, esta vez policiaca, treinta años después de su publicación, Tusquets reedita una de sus antiguas obras, Antonio B. El Ruso, ciudadano de tercera, la tremenda vida de un habitante de un miserable pueblo de León.

PREGUNTA. En Antonio B. El Ruso, ciudadano de tercera, se sale de Getxo, de los Verdes valles, de la represión franquista de La higuera, y se va a esa España, ruda, de hambre y de miseria, ¿cómo surge este libro?

RESPUESTA. Este libro en cierto modo es también memoria histórica. Es un recordatorio, pero no antifranquista, sino antiespañol. De esa "España eterna", como ha sido siempre para recuerdo de todos. ¿Cómo surge? Pues porque un amigo de Bilbao un día me llama y me dice: "Oye mira que hay un individuo que tiene una vida muy azarosa y que quiere que alguien se la escriba". Hablé con él. Se llamaba Antonio Bayo y me di cuenta de que procedía de un submundo miserable e injusto de la zona de las Cabreras en León. Y así empezó. Venía todos los días a mi casa de Getxo a contarme su historia. Para él un libro era una cosa sagrada, un libro nunca podría mentir. Durante un mes largo, al describirme toda su peripecia, me di cuenta de que aquello no podía ser inventado y menos por él, que no tenía ni pizca de imaginación pero sí una inmensa memoria.

La razón fue la denuncia social. Por si algún español no sabía cómo era esa España

P. ¿Quién era El Ruso?

R. Es producto de su época, conjuntamente de un lugar tremendo, donde tuvo la desgracia de nacer. Cuento una anécdota para que se vea qué lugar era ése, qué remota aldea dentro de esa España cutre y miserable. En cierta ocasión, corría el año 1944, en pleno franquismo, al gobernador de turno se le ocurrió hacer un viaje, digamos una especie de "safari" para ver cómo eran "sus" tierras. Fue hasta la Cabrera Baja. Llega con jeeps y con la Guardia Civil, aparcan en la aldea, y lo primero que hacen los habitantes del pueblo es acercarse con miedo a los vehículos para llevarles brazadas de hierba y de paja y depositarlos ante los morros de los jeeps. Aquella gente no solamente era pobre, es que no sabía nada del mundo, es que no había visto un coche en su vida.

P. En esa época hubo muchos miserables como El Ruso.

R. Lo que pasa es que El Ruso era un rebelde y desde niño empezó a robar. Con diez años una vez comulgó siete veces. Un día de comunión probó la ostia, le gustó, dio la vuelta y volvió una y otra vez, hasta en siete ocasiones, hasta que el cura se dio cuenta y lo sacó a patadas. Es decir, tenía hambre y quería comer, los demás se doblegaban, se resignaban, él no.

P. El hambre le convierte en personaje desequilibrado, osado y hasta valiente.

R. Él se rebela, él quiere comer, y que le dejen en paz. Lo que asombra es la acumulación interminable de las cosas que le ocurren. Lo que es impresionante es cuántas pruebas resiste, cuántas torturas, cuántas persecuciones. Es decir, capítulo por capítulo, son diez vidas. Le encierran en el cuartel de la Guardia Civil, en el trastero del juez, luego en cárceles y hasta en manicomios.

P. Sí, pero los que no comían también tenían miedo.

R. Los que no comían tenían un miedo terrible. Los que no robaban realmente se morían de hambre. Se morían de hambre o robaban mejor de otra forma. Antonio, de niño, eso lo veía, como veía cómo el cura del pueblo pagaba con un puñado de patatas a su madre por sus servicios sexuales. La suya fue una trayectoria que no podía acabar de otra forma.

P. ¿Por qué decide escribir la historia de Antonio, se sale del mundo literario de sus novelas, de la ficción? Es una excepción.

R. Sí. La escribí en 1972 pero se publicó en 1977. La razón fue la denuncia social. Por si alguien, algún español, no sabía cómo era esa España. Esa España de siglos pasados, con la que algunos se llenan la boca ahora, con un pueblo humillado, aplastado por las instituciones, la Iglesia, la policía, los jueces, el militarismo. Eso es lo que yo quería reflejar.

P. Denuncia social distinta de la de su último libro La higuera .

R. Sí, son dos niveles muy distintos, son dos denuncias. En La higuera denuncio los crímenes del franquismo. Los dos bandos hicieron barbaridades pero con la diferencia de que la República intentó contener éstas. El franquismo contó con la guerra y con diez o quince años de posguerra para asesinar impunemente, "legalmente", ésa es la diferencia. Entonces, La higuera es una denuncia, un recordatorio para generaciones que aún no se les ha contado qué ocurría cuando esta gente entraba en un pueblo y empezaba a matar, a asesinar, a "dar paseos" a todos los "rojos". Eso hoy apenas lo saben las jóvenes generaciones.

P. Dos formas de amnesia colectiva, de la memoria política y de la memoria social.

R. Que es más larga. Y que viene de atrás, porque hay muchos más años de hambre que de represión violenta, como la primera década del franquismo.

P. Y memoria literaria en Antonio B. El Ruso.

R. Es claro, porque aquí yo no interpreto nada. Me retiro y le dejo al otro que lo cuente. Es "el lenguaje invisible". Es la ausencia premeditada del escritor. El libro se explica por sí mismo, y el autor desaparece.

P. ¿Y por qué aceptar escribir esta historia?

R. Como una excepción, una originalidad, un cambio de registro y, sobre todo, una necesidad de denuncia.

P. ¿Cómo muere Antonio?

R. A los 45 años en Galicia en el pueblo de su segunda mujer. Riñe con la familia de ella, y en cierto momento Antonio esgrime una escopeta, va a buscar a alguien a una cuadra, ese alguien se defiende con un tridente y se lo clava. Le operaron del hígado, quedó mal y a los meses murió.

P. ¿Y su novela policiaca?

R. Se publicará dentro de un año. Es la historia de un inspector subyugado por la novela negra norteamericana y que a su vez escribe obras policiacas. Ha escrito más de doce y se las han devuelto todas. Descubre que él no tiene imaginación. Sin embargo, el recuerdo de un crimen pasado le transforma en investigador y empieza a hacer investigaciones, interrogatorios a sospechosos. Han pasado diez años del crimen, él lo retoma y el pueblo empieza a recordar de nuevo aquel asesinato.

Antonio B. El Ruso, ciudadano de tercera. Ramiro Pinilla. Tusquets, Barcelona 2007. 633 páginas. 24 euros.

Ramiro Pinilla.
Ramiro Pinilla.SANTOS CIRILO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_