Ese monólogo de los recuerdos
El imprevisible Tabucchi se ha sacado esta vez de su chistera mágica el De profundis de un viejo toscano héroe de la Resistencia, partisano leído y culto hasta deleitarse con Pontormo, que combatió en Grecia con el uniforme contrario a sus ideas, y que ahora en su agonía, bajo la canícula del último agosto del siglo, postrado entre cigarras y viñedos de su tierra natal, con la sola compañía de una anciana Frau que le ha leído poemas los domingos desde que era un niño, decide "verterle" su vida -un flujo febril de recuerdos confusos y añadidos fantasiosos que la hagan legendaria- a un escritor que deberá ser celoso guardián de sus palabras publicando la autobiografía que ahora reseñamos.
TRISTANO MUERE
Antonio Tabucchi
Traducción de Carlos Gumpert
Anagrama. Barcelona, 2004
182 páginas. 14 euros
TRISTANO ES MOR
Antonio Tabucchi
Traducción de Pau Vidal
Edicions 62. Barcelona, 2004
175 páginas. 15 euros
Hasta aquí la cornice, pero en efecto, la pregunta es ¿cuál de los dos cuenta en realidad esta bellísima historia, el que habla o el que escucha? ("tengo ganas de escribir, es decir
... de hablar... escribir por persona interpuesta, quien escribe eres tú, sin embargo soy yo. Extraño, ¿verdad?"). En su prodigioso ritmo y en la confusión de voces y puntos de vista de este convulso y atormentado monólogo -espoleado por la morfina, enriquecido en sus delirios contradictorios y su ambigüedad por la presencia muda del interlocutor- se encuentra el porqué de la fascinación que suscita esta torrencial autobiografía de ficción en la que tienen cabida por igual, para regocijo de los lectores más cómplices, disquisiciones freudianas (o de otra suerte) con el doctor Ziegler e hilarantes nimiedades anticlimáticas ("me parece estar oyendo el zumbido de un moscón, ¿lo oyes tú también?", motivo, el del moscón, que actúa de recurrencia, como ciertas melodías o ciertas alusiones en el texto, que simbolizan el caos discursivo de los devaneos egotistas de Tristano). Si se añade la densidad introspectiva (a la zaga de Faulkner y de la mano del Lobo Antunes de En el culo del mundo en materia de monólogos), los irónicos guiños que anotamos abajo y la extravagante personalidad de su Tristano ("¿te gusta la idea de una clepsidra de morfina?"), nos las habemos con una novela de más enjundia que la que pudiera adjudicársele a simple vista.
Envalentonado por su inmen-
so respeto al autor, cierto crítico marisabidillo se atrevió a escribir que Se está haciendo cada vez más tarde (2002), la anterior novela de Tabucchi, tildada por muchos de auténtico tour de force, no era menos un excéntrico y engolado ejercicio de onanismo literario. En modo alguno podría decir lo mismo de Tristano muere, narración sin duda sofisticada también en lo que atañe a su estilo y focalización, y sin embargo de una coherencia incontestable y en la que aquel omnímodo poder de evocación de Tabucchi concibe algunas de sus páginas más brillantes. Una vez más, gira la historia alrededor del recuerdo, hecho de retales de la memoria tanto como de caprichos de la imaginación, y siempre enrarecido por sueños de sueños y por contradicciones y pequeños equívocos sin importancia para lo que le preocupa a Tristano, poner su vida por escrito de modo que la muerte no lo venza del todo.
Un entramado tal de alucinaciones, viajes de la memoria y sueños de la vigilia recorría asimismo el texto de Réquiem, no en vano la idea de que "escribir significa también el deseo de recordar, de recordar incluso la propia imaginación" (Carlos Gumpert, Conversaciones con Antonio Tabucchi, Anagrama, 1995, página 107), constituye uno de los más férreos asideros del autor en la construcción de su mundo literario, siendo la novela que nos ocupa el ejemplo más palmario de tal convicción: Tabucchi escribe los recuerdos de la vida del personaje que imagina, que a su vez se los dicta a un amanuense llamado escritor. Tristano convoca los recuerdos de su vida y juega a la vez a imaginarse su pasado, que quisiera enigmático, onírico como un relato de Tabucchi. Así, recuerda haber escuchado Schubert en el viejo piano de una casa de Atenas, con la sangre aún caliente del oficial nazi que abatió, y confiesa en cambio inventarse la almibarada historia romántica con la joven griega Daphne, una de las Isoldas -la otra es la americana Marilyn, llamada Rosamunda- cuyo recuerdo le ayuda a combatir la certeza de su vejez y de su irremediable agonía.
Tristano muere se gana a pul-
so el interés del lector por el relieve que alcanza el disperso y caudaloso monólogo de su protagonista tanto como por los trucos narrativos de escritor virtuoso. Novela de relatos ensartados, iluminada por versos que asaltan a menudo la prosa -Lorca, Rimbaud, Kavafis, Leopardi- así como por recreaciones líricas, y trufada de apetitosos guiños para lectores sabiondos, de la mofa del espejo del realismo de Stendhal a la técnica del monólogo interior en Molly Bloom del Ulises o a Beckett, de los héroes de Hemingway y algún cuento suyo sobre paquidermos al Libro del desasosiego, que se asoma a sus páginas más meditativas, o a la rosa de Gertrude Stein, o hasta al eco proustiano de aludir en la página final a una foto que Tristano le pide al escritor que ponga en la portada de su libro y que, claro, el lector contemplará en su ejemplar. Festivo simulacro, además, de tratado de narratología, lectura alegórica del tiempo, ensayo abreviado sobre lealtades, ideologías y heroísmos, regreso a la filosofía en torno a la identidad y la muerte, ya presente en La línea del horizonte (1986), lúdica invención de una vida, un Tabucchi quintaesenciado, no el mejor Tabucchi pero al fin y al cabo sí el de las grandes ocasiones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
La última apuesta de Petro: salario mínimo histórico, reforma laboral en marcha y ley de financiamiento por decreto
La presidenta Sheinbaum afronta la tragedia del Tren Interoceánico como remate de un año “complicado”
El descarrilamiento del Tren Interoceánico alimenta las críticas de la oposición y señalamientos contra el proyecto
Detenido un implicado en el homicidio de Carlos Manzo que participó en el chat donde se planeó
Lo más visto
- La Audiencia Nacional avala la decisión de Robles de retirar el nombre de Franco a una bandera de la Legión
- Trump anuncia la destrucción de una instalación de producción de drogas en Venezuela
- Rusia amenaza con romper las negociaciones tras acusar a Ucrania de atacar una residencia de Putin
- Alain Aspect, Nobel de Física: “Einstein era tan inteligente que habría tenido que reconocer el entrelazamiento cuántico”
- La larga sombra del hijo único: China paga con una crisis demográfica su mayor experimento social




























































