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PUNTO DE OBSERVACIÓN | OPINIÓN
Columna
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2020 queda muy lejos

Soledad Gallego-Díaz

Muchos políticos están preparados para soportar la responsabilidad y asumir el sacrificio en momentos difíciles. Lo que no pueden aguantar es que les quiten esa responsabilidad. Y mucho menos, que sus propios compañeros de partido lo hagan.

La lectura más inquietante de las últimas elecciones es que el PSOE ha cosechado el peor resultado de su historia desde la recuperación de la democracia y que esa pérdida de votos puede ser legítimamente interpretada como la pérdida de la sintonía con su base sociológica. Las circunstancias son distintas, pero esta no es la primera vez en que los socialistas protagonizan políticas de ajuste muy impopulares. Entre 1990 y 1994, el paro subió en España casi ocho puntos, del 16,1% al 23,9%. Pero esta es la primera vez en que el Partido Socialista ha visto como se hundía su suelo electoral y cómo se rompían los puentes con un sector de la sociedad que, hasta ese momento, les había sido sustancialmente fiel y que ahora ha empezado a mostrar desconfianza en su capacidad.

Zapatero no considera que deba adelantar las elecciones ni ir a un congreso, sino resistir con los mismos dirigentes

En política, una cosa es perder unas elecciones y otra, que se hunda un partido. En este último caso, es habitual que el secretario general y la cúpula ejecutiva consideren que han fracasado en su trabajo y que dimitan, lo que se suele producir a través de la convocatoria de un congreso en el que se analizan las causas del fracaso, se proponen otros enfoques y se nombra nuevo secretario general y nueva ejecutiva. El secretario general pasa, además, a ser el nuevo candidato presidencial.

Nada de esto es lo que parece haber decidido el actual responsable del PSOE y presidente de Gobierno. Rodríguez Zapatero cree que se dan circunstancias excepcionales que hacen que ni él, ni su Gobierno, ni su ejecutiva sean los responsables del hundimiento electoral, sino más bien las víctimas honorables de un caos mundial al que han hecho frente como han podido. Así pues, asumir la responsabilidad no consiste en adelantar las elecciones generales, ni mucho menos someterse al juicio de sus compañeros, sino en resistir a pie firme, rodeado de los actuales ministros y de la actual cúpula socialista. Desde el partido, ese mismo equipo controlará la sucesión. Desde el Gobierno, el mismo equipo aguantará impávido hasta 2012, llueva o granice, tenga capacidad de negociación o no, con la esperanza de que la temporada turística sea tan buena como se anuncia y el temor de que la resaca del otoño les vuelva a dejar a la intemperie.

La petición de un congreso extraordinario, que hubiera planteado seguramente el relevo de la actual dirección, ha sido considerada por un sector del PSOE como una conspiración que ponía en peligro nada menos que la estabilidad del Gobierno y del partido. Carme Chacón ha decidido que es preferible retirarse de las primarias, permitir un "consenso" y, en todo caso, desarrollar un cierto debate programático que consuele a los críticos, antes que aceptar la formidable amenaza que supone que la organización en pleno someta a examen no solo al actual secretario general sino a todo su equipo, del que, todo sea dicho, ella forma parte relevante.

Nada de lo que está ocurriendo es extraño en la vida de los partidos. Son luchas de poder, rodeadas de grandes palabras. En este caso, el joven equipo que se unió en torno a ZP y que ayudó a llevarle a la secretaría general y al Gobierno, lucha a brazo partido para que sus compañeros no les exijan responsabilidades por la debacle electoral, que ha dejado a miles de ellos en el paro. Por lo menos, no antes de que les dé tiempo a negociar acuerdos que respeten sus ambiciones: son jóvenes políticos que miran, no a 2012, sino a 2016 o 2020, pero que necesitan conservar áreas internas de poder mientras se atraviesa el desierto. Lamentablemente, nada nuevo bajo el sol. Y nada que tenga que ver con la estabilidad del país, o con las angustias de unos ciudadanos a los que 2020 les importa un comino, agobiados como están por los próximos meses. -

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