Aclaración
En primer lugar, quisiera agradecerle el interés que su diario está brindando a los asuntos de Polonia y cuyas muestras han sido por ejemplo los recientes artículos relacionados con las elecciones municipales en mi país. Aunque no siempre he estado de acuerdo con las opiniones allí expuestas, he sabido apreciar el valor de una mirada desde lejos sobre la actual situación polaca.
Esta vez, sin embargo, me veo obligada a reaccionar ante el editorial publicado el pasado día 20 de noviembre y titulado La Polonia furiosa. Pues sí, Polonia tiene razones para ser sensible a los intentos de firmar acuerdos por encima de ella. El hecho de haber bloqueado las negociaciones UE-Rusia no es -como sugiere el autor- una compensación de la incompetencia del Gobierno polaco, sino una llamada a la solidaridad. La solidaridad que dentro de la Unión es una de las reglas más importantes y a la que Polonia se siente ligada desde su entrada al club europeo.
Además, desde hace un año, Polonia se va enfrentando al bloqueo ruso de sus productos alimentarios, situación que en realidad no tiene nada que ver con problemas sanitarios, ya que el tan exigente mercado escandinavo en este sentido sigue importando nuestros alimentos. La misma Unión en las conversaciones con Rusia confirma que Polonia ha cumplido con todos los requisitos en este ámbito.
Polonia quiere simplemente poder contar con sus socios europeos cuando se trate de problemas tan serios como la seguridad energética. Y España, que, como creemos recordar, algunas veces también se ha sentido aislada con sus preocupaciones en el foro europeo debería comprenderlo mejor que nadie.
Sorprende también la idea de que las propuestas del Gobierno de Jaroslaw Kaczynski sean amenazantes para los propios polacos. Quisiera recordar que el partido gobernante Ley y Justicia ganó de manera democrática las elecciones generales del año pasado y confirmó su popularidad en los últimos comicios municipales.
