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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Afganistán va a peor

La escalada islamista cuartea las relaciones entre Washington y sus aliados de la OTAN

Las expectativas occidentales de controlar y pacificar Afganistán parecen cada vez más irreales, pese a la presencia de millares de soldados estadounidenses y de la OTAN en el país centroasiático. El creciente desafío armado del conglomerado fundamentalista, integrado por los talibanes y Al Qaeda, e incrustado en vastas zonas afganas y de la frontera de nadie con Pakistán, no sólo está llevando a cotas alarmantes la guerra en el interior del país y la proliferación de actos terroristas. Tiene, además, como derivada el incremento exponencial de la inestabilidad del tambaleante y nuclear Pakistán, a un mes de unas elecciones decisivas.

El reciente ataque suicida contra el único hotel de lujo de Kabul, refugio de huéspedes importantes y considerado inexpugnable, junto con los masivos asaltos yihadistas a fuertes del ejército paquistaní en la región fronteriza de Waziristán muestran a la vez un cambio de táctica -el terrorismo suicida se dirigía hasta ahora contra tropas extranjeras o afganas-, como la evidente capacidad y movilidad de los fanáticos islamistas en sus santuarios paquistaníes. El jefe de la CIA, Michael Hayden, avalaba el viernes la versión de Islamabad según la cual el asesinato de Benazir Bhutto fue organizado precisamente desde esta inexpugnable tierra de nadie por Baitullah Mehsud, uno de los jefes locales de Al Qaeda.

Afganistán es una prueba de fuego tanto para la estrategia antiterrorista global de Estados Unidos, que enviará otros 3.000 soldados, como para la credibilidad de la cuestionada Alianza Atlántica. Unos y otros se esfuerzan por minimizar y edulcorar las dificultades crecientes de sus ejércitos allí. Pero la situación ha llegado a un punto que ha hecho saltar las primeras discrepancias públicas entre Washington y Londres, su histórico y leal aliado, sobre la manera de conducir una lucha rodeadas cada vez más de graves incertidumbres.

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Las insólitas declaraciones esta semana del secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, poniendo en tela de juicio la preparación antiguerrillera de las fuerzas británicas y de otros países de la OTAN, representan un serio aviso. Y anticipan hasta qué punto Afganistán puede estar empezando a tomar el relevo de Irak como nueva pesadilla occidental en la región más crítica del planeta.

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