Agur, mundo cruel
Los estudiosos de los recursos de la Tierra Garret Hardin, Al Barlet; los estadistas Meadows, Brown; los geólogos Campbell, Deffeyes y Youngquist, entre otros, han advertido desde hace tiempo de la insostenibilidad de la cifra actual de la población mundial y su crecimiento.
En el siglo XVIII, Malthus ya previó el problema: la población crece de forma geométrica, y la producción agrícola, de forma aritmética. Más de 850 millones de personas desnutridas actualmente, el decrecimiento en el rendimiento de las cosechas -Lester Brown avisa de la enorme disminución de recursos de grano en el mundo-, el avance de la desertización del suelo, la sobreexplotación de acuíferos, la destrucción del fondo marino con la vida que lo puebla, y el cambio climático provocado por el uso intensivo de energía fósil, dan fe de esa gran verdad. El señor Bermúdez, presidente de la asociación Canarias ante la crisis energética, pone a esas islas como ejemplo de lo dicho y avisa del desastre que vivimos.
Es vital para la humanidad hacer caso de los consejos de los expertos y llevar a cabo sus propuestas para reducir el número de habitantes; tal vez así, nuestro enfermo planeta pueda seguir alimentando a las generaciones venideras. No es aceptable éticamente que los políticos y dirigentes religiosos no se atrevan a afrontar este gravísimo problema y además procuren ocultarlo. Para el año 2050 se calcula que habrá 10.000 millones de habitantes, cifra absolutamente inasumible para los recursos del planeta.