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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Amuletos con chip

La superstición es un brote de neurosis obsesiva que da en creer sumisamente en los efectos mágicos de la repetición ritual. Si alguien rechaza pasar por debajo de una escalera, se estremece cuando se rompe un espejo o sale de casa siempre con el pie derecho es un supersticioso de brocha gorda. Pero si la superstición se mezcla con palabrería psicoanalítica que promete la salvación y el bienestar, ya tenemos una secta cualquiera, tipo Cienciología o Moon, tóxicas para la racionalidad y para la cuenta corriente; si se la hace reaccionar con un par de verdades económicas del barquero, nace el economistilla neoliberal de receta única, que exorciza al Estado como si procediera del averno; y si se rocía la superstición con fraseología tecnológica de tebeo, aparecen las pulseras milagro, esos pedazos de plástico con chip que venden vaguedades tontiastutas como equilibrio espiritual y armonía interior. A la paz mental por el silicio. Ionización, hologramas y frecuencias armónicas son la verborrea puente hacia un negocio lucrativo. Power Balance, la marca líder del mercado pulseril ha vendido más de 350.000 unidades. A 35 euros como media cada una.

Una pata de conejo o un diente de caimán son un amuleto si el portador supone que existe la buena suerte y esas cosas la conjuran. Un pedazo de plástico con un chip también lo es si el fabricante no demuestra (mediante ensayos clínicos) cómo actúan las frecuencias del chip sobre "el campo magnético del cuerpo". Sin pruebas, la pulsera milagro es un artefacto tan absurdo como el Detente bala y tan inútil como la creencia de que nadie puede morir mientras reza; sin pruebas, quien prometa la paz interior chip mediante incurre en sospecha de fraude.

Hay que suponer que quien paga 35 euros por un amuleto no lo hace engañado por la publicidad ridícula de armonías y bienestares que infunde la pulsera. Los paga porque necesita una coartada táctil para convencerse de que puede mejorar. Por si acaso, esas marcas que venden el amuleto, con nombre de robots de los Power Rangers (Ion Balance, Trion Z, Power Balance, etcétera) deberían ser conminadas a grabar en las pulseras la leyenda "Este producto es perjudicial para la salud... mental".

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