Anes y los Principios del Movimiento
Con tal de defenderse de su responsabilidad por el desastre del Diccionario de la Academia de la Historia, el director Gonzalo Anes no para en sus desmanes: ahora intenta meternos en el saco franquista a los cientos de miles de funcionarios que, tras aprobar las oposiciones, tuvimos que jurar los Principios del Movimiento para tomar posesión. Ni a él, para ser catedrático, ni a mí, para ser notario, ni a los de otros cuerpos ingresados en tan larga época se nos puede imputar colaboracionismo alguno por el hecho de cumplimentar a la fuerza un rito típico de regímenes -a pesar de la opinión de don Luis Suárez Fernández- totalitarios.
No sé si Anes cruzó como yo los dedos al jurar, eso es anecdótico, y nada tiene que ver con la libre aceptación, como es el caso de Suárez, de un cargo político para el que fue designado en 1972, cargo nada menos que de director general de Universidades con todo lo que de represión ideológica teñía aquellos campus.
Ese antiguo cargo, ser hoy patrono de las Fundaciones Francisco Franco y Valle de los Caídos, donde pronunció en 2004 un discurso llamándonos cobardes a los votantes socialistas, haber publicado en 2005 un librito encomiástico del dictador (¡ay, se me escapó la expresión!), no obviaron a la Academia encargarle la biografía de marras.
Academia que reserva todas las biografías de personajes del anterior régimen para firmas de adeptos, que margina todo historiador progresista, que encomienda la entrada "Alfonso Armada" al yerno del golpista... ¡Para qué seguir!
No sé ni me importa lo que hizo Anes tras el ridículo juramento, a mí no me privó de militar en partidos clandestinos, participar en el Contubernio de Múnich, ser detenido y juzgado por el TOP, ver censurados mis escritos.
No le consiento, por tanto, una sola palabra al respecto.
