Arquitectos con miedo
El argumento mejor elaborado cae en el ridículo cuando se enfrenta a hechos comprobados. Y pocos hechos son tan cifrables e indiscutibles como el que el precio de la vivienda bajó en Estados Unidos un sexto el año pasado, y dos tercios, en los 90, en Japón. El "argumento" del arquitecto Carlos Bajo (Cartas al Director, 26/3/2007) de que no puede bajar porque eso no interesa a los bancos, que "son los jefes" huele, pues, a rancio marxismo vulgar o a terrorismo ideológico pro sistema. También parece falsa caridad cristiana su conmovedora compasión hacia "muchos jóvenes que acaban de comprarse un piso", a los que -pretende- se les "revuelve el estómago" ante el temor de que bajen; porque en realidad, o entonces renegociarían con fuerza su hipoteca a la baja, o simplemente "regalarían" el piso al banco y comprarían otro mejor y a menos precio.
Por eso tantos miles de jóvenes y no tan jóvenes, que no son tontos, acaban de salir a la calle pidiendo que bajen los pisos, sobre todo en Barcelona, lo que quizá ha alarmado y movido a escribir a mi paisano Bajo. Porque a los que sí se les revuelve el estómago, señor arquitecto, es a tantos de su profesión, que se aprovecharon con bancos y especuladores en general del boom inmobiliario, sin ahorrar para cuando llegaran los años de vacas flacas, y ahora intentan exorcizar con sofismas seudoeconómicos la inevitable vuelta a un régimen más justo y sostenible respecto a la vivienda.