Bush, memoria y vergüenza
El ex presidente norteamericano acaba de publicar unas memorias que buscan el maquillaje, tal vez la redención. No sabemos si las ha escrito o se las han escrito. Pero sí que adolecen de coherencia, razón y dignidad.
Que Bush diga que disentía en su Gobierno de la guerra de Irak y que siga avalando la tortura, lo retrata. Fue uno de los presidentes mejor manipulados por los halcones y los tiburones económicos. Redujo el prestigio de Estados Unidos, voló el incipiente multilateralismo y quebró toda legalidad internacional a base de presiones, chantajes e imposturas. Sadam era, sin duda, un sátrapa, un tirano, pero no peor que muchos otros que han sido y son amparados por Washington y otras cancillerías.
Estados Unidos ha vivido bajo la presidencia de Bush uno de sus periodos más grises, el de su propia decadencia inexorable. En 2003 el pensamiento neocon se asentó en Washington con una agenda clara, restañar el viejo imperio norteamericano, sentar las bases para dominar el siglo XXI. En esa línea, el inicio de la guerra de Irak, en marzo de 2003, se bautizó Operación Impacto y Pavor. La victoria fue fácil, lo peor vendría después, cuando se vio que EE UU no estaba preparados para la postguerra.
Ni siquiera la ONU, condenada por Bush al silencio, discutió la legalidad de la guerra de Irak. La diplomacia de intereses y los intereses de la diplomacia funcionaron a la perfección. Se presionó en el Consejo de Seguridad para ganar votos y evitar el veto. El 5 de febrero de 2003 se escenificó una de las coreografías más bochornosas de la historia de Naciones Unidas, con Powell y De Palacio mostrando supuestas pruebas y emitiendo discursos agresivos. Con los años culparon a sus servicios secretos de las mentiras sobre las armas de destrucción masiva. Poco les importan los miles de muertos en Irak, las torturas, las cárceles secretas, las vejaciones. Abu Ghraib. Fue una guerra ilegal y amoral. Esa es la desmemoria.
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