El 'caso Arny'
Salvo contadas excepciones (como el editorial de EL PAÍS del pasado 22 de enero), no estoy de acuerdo con la forma en que muchos articulistas y medios de comunicación. social han abordado el espinoso y delicado asunto del pub Arny, donde presuntamente jóvenes y adolescentes (no niños) acudían a prostituirse. El sensacionalismo y las concesiones a los convencionalismos han propiciado que personas con poco sentido crítico hayan asociado peligrosa e injustamente homosexualidad con corrupción de menores. Una muestra de las desagradables consecuencias que se han derivado de tanta frivolidad informativa la tenemos en la población costera de Sitges.Aunque no soy ni puritano ni moralista, tengo mi sentido de la ética, y me parece muy triste que cada día sean más en este planeta las niñas, niños y adolescentes que se ven abocados a la prostitución para poder sobrevivir. Sin embargo, esta lacerante lacra tiene unas raíces socioeconómicas que se resumen en que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez
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más pobres. En el caso Arny no movería ni un solo dedo para defender a los verdaderos "asesinos de palomas" (como diría Lorca), que son concretamente el dueño del local y cierto abogado muy rico, ambos implicados en estafas y corrupciones de todo tipo y que se enriquecieron a costa de estos chavales, pobres de solemnidad.
Respecto a los presuntos clientes, si bien son personas influyentes o relacionadas con el mundo del espectáculo, me niego a lapidarlas moralmente, dado que los chavales eran adolescentes (no niños) y habría que discernir entre los que abusaron de su superior condición social y los que, como diría Lorca, "bebieron con asco del agua de la prostitución".- Militante del Colectivo Gai de Barcelona.
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