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Marie Curie Sklodowska

Cuando voy a la Sorbona, cogiendo por la Rue Cujas para subir la vieja escalera de madera que lleva a las aulas, cruzo a buen paso la plaza del Panteón. Pero no tan rápida como para no advertir que el colosal templo me mira de través.Me pone incómoda, con esa orgullosa leyenda en oro bajo el frontón: "Aux grands hommes la Patrie reconnaissante", sólo para varones y varones franceses. Sin equívocos. Este difuso malestar se ha evaporado a partir del 20 de abril, cuando este templo de las glorias republicanas viriles abrió de par en par sus puertas para acóger las cenizas de una mujer: Marie Curie.Sólo para hombres desde 1792, cuando la. Convención decidió enterrar en él a Voltaite y Rousseau, transformando la antigua basílica de Santa Genoveva -que en el Quinientos habia protegido a la ciudad de Atila en altar de la Revolución y de las Luces. Marie Curie, de soltera Sklodowska, no sólo es, mujer, sino extranjera, polaca de nacimiento. Su sepulcro blanco de piedra está ahora en la necrópolis, en la nave subterránea de las criptas de la izquierda, tumba número VIII, protegida por una pesada verja. El sarcófago gemelo de Pierre Curié, el marido genio, se encuentra bajo el suyo, como para sostenerla y no dejarla nunca.

Los periódicos miságinos del planeta han sido parciales: -anunciaron que Pierre Curie había entrado en el Panteón con su mujer, Marie. Una pareja, en fin, casi como en un panteón familiar. Sólo Le Monde titulé correctamente, en primera plana: 'Una. mujer en el Panteón'. Mitterrand, 14 años después de su llegada a la presidencia, cerré, simbólicamente su mandato con desconcertante puntualidad, regresando por última vez al templo erigido por Luis XV a santa Genoveva, y esta vez no para saludar, con una rosa en la mano, los sarcófagos de Moulin y Monnet, sino para acompañar a su sepulcro a una mujer genial, descubridora con su esposo de la radiacfividad. ¡Y encima extranjera! No se crea, empero, que las mujeres francesas se mostraron, impasibles ante está simbología que corona a un genio en femenino. La verdad es muy otra: durante, años, fueron las mujeres de todas las corrientes -políticas -con Simone Veil a la cabeza-, unidas entre sí, las primeras en protestar por la masculinidad absoluta y por la injusticia encarnadas en esa basílica que albergaba sólo a inquilinos varones.

Miro hacia arriba, hacia el frontón del que brota el fastuoso bajorrelieve que se despliega triunfalmente: la Patria, en el centro, reparte entre los grandes hombres las coronas de laurel que.le alarga la Libertad, mientras la Historia escribe sus nombres en el mármol. A la derecha triunfan los artistas, los científicos, los hombres de letras; a la izquierda, militares, dragones y' húsares, con Bonaparte ceñido de guirnaldas. A ambos lados de esta gloriosa tropa, mas, aun, concretamente en los ángulos del frontón, están las mujeres, pero como aplastadas, dobladas en la postura de quien llora y se, desespera por la pérdida de tantos hombres gloriosos.

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Es bien sabido que el Panteón no es un monumento bonito. Siempre ha sido blanco de sarcasmos. Víctor Hugo, quien, a pesar de todo, se convertirá en 1855 en su insigne Habitante, acompañado por todo París, lo había escarnecido diciendo: "Es la más bonita tarta de nata que se haya hecho en piedra". Su arquitectura es una. mezcla de templo griego y catedral gótica, y en ella el arquitecto Soufflot, protegido de la Pompadour, quiso sintetizar Koina. y Atenas para dar a Europa el ejemplo de un templo laico. Dentro hace frío. Me pregunto si Marie Curie hubiera deseado este lugar tan soberbio Y gélido, es decir, si hubiera querido ser panteonizada. Porque, en efecto, para. describir la parábola ascendente del genio hasta el Panteónse ha acuñado el verbo panteonizar. Para mí ésta es la ocasión. de presentar una historia de: mujer, impregnada de las cotidianas miserias humanas, y al mismo tiempo de su genio, que: vale tanto (y más) que el de un hombre.

Premio Nobel de Física con su marido, Pierrel en 1903, recibirá, ya viuda, su segundo Nobel, el de Química, por haber aislado 1,6 gramos de cloruro de radio, iniciando el proceso que conducirá al descubrimiento del neutrón y, por ende; de la energía atómica. La guapa científica. de ojos grises se quedó viuda en 1906 de Piérre, con quien tuvo dos hijos, pero prosiguió su agotadora investigación. Pierre Curie y Marie trabajaron durant ' e. años,, entendiéndose prodigiosamente bien, con un investigador coetáneo de Marie, Paul Langevin.'Con Paul, cuando Pierte murió, Márie siguió avanzando por el camino de la investigación. Poco a poco, su trato -se transformó, primero en Lángevin, después en ella, en un amor absoluto, en el que Marie se vio enredada. Enseguida estalló el escándalo en París. La suegra de Langevin,' furibunda, despotricaba contra la intriga amorosa" en una entrevista de Le Journál (75.000 ejemplares), atacando,¡ -la "desvergonzada": "La viuda de, Pierre Curie, la gran científica que estaba a punto de entrar en el Instituto dé Francia, la célebre e ilustre Marie Curie, le ha arrebatado su marido a mi hija y su padre a mis nietos.."

Además, en el siglo XIX había prosperado en Francia un nuevo valor -absoluto para las mujeres: la Esposa, la Familia. Código Civil y código de la convenciones ensalzan el verdadero modelo femenino, el de la Mujer Honesta, la Madre. El feroz formalismo pequeño burgués de Francia se ensaña con la científica, una extranjera que se divierte con los maridos de las mujeres como es debido.'Un romance en. el laboratorio: la aventura de Madamé Curíe y de Langevin', titula Le Petit Journal, que ha conseguido entrevistar a Jeanne Langevin, la viperina esposa del profesor, la cual presenta una denuncia por adulterio contra su marido y Marie Curie. Ésta leacciona, por una vez, y declara a Le Temps: "Considero abominables todas las intromisiones de la prensa en mi vida privada". Solicita una elevada indemnización por el perjuicio hecho a su honor y dice que el dinero se destinará a investigaciones científicas. La Libre Parole, que lleva como subtítulo Francia para los franceses (sic), quiere expulsar a la extranjera Marie Curie de su cátedra de la Sorbona. Así están las cosas, cuando, el 7 de noviembre de 1911, Marie Curie recibe un telegrama de Estocolmo: "Le ha sido concedido el Premio, Nobel de Química". Se convierte así en. el único caso, hasta nuestros días, de una científica coronada por dos veces con el Nobel, Es la apoteosis científica, pero su vida está hecha trizas. Langevin vuelve con su esposa con las orejas gachas. Marie morirá en 1934, víctima de las radiaciones atómicas, protagonista de - nuestro siglo, porque entre Marie Curie SkIodowska y la fuerza atómica la filiación es directa.

Ahora Pierre y Márie se encuentran en la misma cripta. En el lado opuesto, todo hay que decirlo, está también desde hace tiempo el sarcófago de Paul Langevin, enaltecido por su labor científica. La historia avanza a saltos, y el ingreso de Marie Curie en el Panteón ha sido como un presagio positiv Í o para otras. Como las que en estas últimas elecciones presidenciales han entrado en la batalla política. En los jardines del Elíseo, las mujeres que componen el equipo del nuevo poder, que nunca ha sido tanfemenino, forman un alegre grupo. Chirac y Alain Juppé las han lanzado al asalto del futuro, distribuyendo entre ellas 12 decisivas carteras de mi nistros y de subsecretarios. El candidato Chirac había prometido 10 mujeres en el Gobierno, el presidente Chirac ha aumentado su número a 12. Y así, mientras en Cannes las estrellas del espectáculo subían las escaleras del Palacio del Festival, los proyectores enfocaban en París a otras estrellas, las de Matignon y del Eliseo. Hay quien se carcajea, las llaman ya las pomme-omme girls. "Se empieza por la manzana /pommel y se. acaba así" exclama en una viñeta de Plantu un irritado Juan Pablo II. O bien las llaman las Ju pettes (faldillas) de Juppé..Pero quien las mire a la cara comprenderá que en sus rostros está escrita una determinación que tiene la ambición en sus propios medios y acaso, los medios de su propia ambición. Y así, entre los parterres en flor del poder, 12 mujeres. sonríen a los fotógrafos. Mientras que otra, la más genial, la más ilustre, es -recibida severamente en el desnudo Panteón. Oigo el tintineo, entre los viejos muros, de una risa dulce y sofocada.

Maria Antonietta Maccioech es escritora y periodista italiana. Traducción: Esther Benitez.

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