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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio en plena crisis

El momento crítico del relevo en CC OO obligará a su nuevo jefe a aquilatar al máximo su programa

El sindicato Comisiones Obreras (CC OO), con más de un millón de afiliados, tiene nuevo secretario general en la persona de Ignacio Fernández Toxo, por 28 votos de diferencia frente a la candidatura de José María Fidalgo. A pesar de la insistencia en que se mantendrá la línea estratégica, el cambio no deja de ser traumático. En primer lugar, porque un triunfo tan escaso sugiere que el sindicato está dividido, y no basta para conjurar esta escisión el hecho de que Toxo haya sido secretario de acción sindical con Fidalgo. Si acaso, esa colaboración introduce una cierta confusión sobre las diferencias programáticas de la nueva secretaría general; y exige que el nuevo responsable realice un esfuerzo político considerable para cerrar la brecha abierta en la organización. Bien lo sabe, puesto que se ha comprometido a presentar un programa de unidad.

El riesgo mayor del cambio operado en CC OO proviene de la delicada situación económica y laboral en España. La moderación sindical y una indiscutible sensatez en sus posiciones explican una parte importante del periodo de prosperidad que ha vivido la economía española desde 1995. En el mensaje con que cerró ayer el congreso del sindicato, Toxo advirtió al Gobierno sobre la necesidad de controlar la proliferación de expedientes de regulación de empleo. El nuevo líder de CC OO, que criticó abiertamente el menguado incremento del salario mínimo, considera inquietante la tendencia por parte de las empresas a utilizar el pretexto de la recesión para reducir las plantillas más allá de las exigencias de la crisis. El triunfo de Toxo sería la respuesta de quienes dentro del sindicato se sienten desbordados por el deterioro económico. Esa respuesta, a grandes rasgos, representa la estrategia de quienes quieren defender las posiciones de los trabajadores con empleo, evidente, además, en la insistencia de aumentar el gasto público.

A la espera de que Toxo precise su línea de acción sindical, hay que llamar la atención sobre el riesgo evidente de radicalizar la política de negociación en medio de una recesión. El nuevo secretario general tendrá que medir muy bien su programa, aquilatar al máximo en qué parcelas puede endurecer la negociación sin dañar más la ya deteriorada urdimbre del mercado laboral. Y además convencer a la mitad de CC OO de que ese cambio de táctica merece la pena. No lo tiene fácil.

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