_
_
_
_
_
Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Castigo de vergüenza

La pena de vergüenza ya no se la va quitar nadie a Francisco Camps, expresidente de la Generalitat valenciana, y a Ricardo Costa, su estrecho colaborador. Nadie sabe qué decidirá el jurado, pero ambos políticos ya han tenido que pasar por el oprobio de tener que escuchar, sabiendo que iban a oírlas decenas de miles de personas, esas almibaradas muestras de ridícula gazmoñería. No es poco castigo. Pudieron evitarlo: el exjefe de gabinete de la Conselleria de Turismo, Rafael Betoret, aceptó la culpa y entregó al Tribunal Superior de Justicia Valenciano 11 trajes, cuatro americanas, dos abrigos y un pantalón que había recibido de la trama Gürtel.

Si es tremendo escuchar la melosa declaración de amor de un estirado presidente de comunidad a un saltimbanqui conseguidor de chapuzas varias, no lo es menos comprobar cómo un joven político con aspiraciones infinitas de ascenso en su carrera es incapaz de salir a la calle y comprarse 100 gramos de caviar para unos delicados blinis. ¿O es, quizá, que sí podía comprarlos pero no quería pagarlos, y de ahí el encargo a un eficiente y profesional intermediario de sustanciosos favores?

Está bien esta pena de vergüenza y sonrojo, ya probada con notable éxito en la Audiencia de Valencia, que podría aplicarse a algún otro presidente de comunidad -¿qué tal Jaume Matas?-, a algún duque de mano entrenada o incluso a algún consejero andaluz con chófer verborreico. Hay otros altavoces a incluir en la condena, como la obligada emisión de las mimosas conversaciones en las radios y televisiones patrias.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Nos quedan por oír más cosas de la Comunidad Valenciana. Como ejemplo, no sabemos qué dijo en su momento Carlos Fabra cuando le comunicaron -alguien tuvo que hacerlo- que en el nonato aeropuerto castellonense, 150 millones de euros enterrados en la nada, iba a instalarse una colosal estatua en su honor.

Creería el perenne presidente de la Diputación de Castellón y multipremiado lotero que era normal y apropiado? ¿Quizá escaso de medidas, algo rácano en su construcción?

La Puerta de Alcalá, conocida en toda España, tiene 20 metros de altura. La de Fabra, cuatro más: 24.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_