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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cataluña, ante las urnas

CiU parte favorita en unos comicios en los que la economía pasará factura a los socialistas

Las elecciones catalanas del 28-N, cuya campaña se inicia a las doce de la noche de hoy, tienen un pronóstico claro. Convergència i Unió es la gran favorita y los socialistas, los perdedores. Entre ambas formaciones median 10 puntos de distancia. Pero la abstención -que puede rondar el 50%- jugará un papel importante en una comunidad en la que ya nadie parece acordarse del Estatuto.

Quizás la crisis económica explica la desmotivación del electorado detectada por los sondeos. La tasa de desempleo del 17,41% llega entre los jóvenes al 37,81%. El dato afecta de forma negativa a la izquierda gobernante y singularmente al PSC, que actuará de ariete del socialismo español al enfrentarse al primer test electoral tras el inicio de la crisis.

El Gobierno tripartito catalán, fórmula que ahora todos rechazan, incluidos los tres socios, ha sido otro elemento de cansancio. Pero, por paradójico que parezca, ha hecho más en el terreno social que los ejecutivos de Pujol, aunque sus logros han quedado eclipsados por la imagen de división y la cacofonía de sus tres políticas de comunicación. Eso ha hastiado al electorado de la izquierda.

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Lo mismo ha sucedido con la corrupción, que asoma transversalmente con el caso Pretoria -socialistas y convergentes- y el caso Palau -ceñido a CDC-, aunque parece que pasará factura electoral al partido de Montilla. Los nacionalistas, pese al cerco judicial, se han envuelto en la senyera para presentarse como víctimas de una persecución, cuando lo cierto es que hay serios indicios que apuntan a la financiación irregular del partido de Artur Mas. Pero como el PP en la Comunidad Valenciana, Convergència no sufre por ello.

La abstención puede fragmentar aún más la representación parlamentaria. La Cámara podría pasar de seis a nueve grupos y alumbrar un polo independentista si no más numeroso en diputados si más radicalizado. El punto estrella del programa de Esquerra -la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña dentro de la próxima legislatura- abre un foso no solo con sus hasta ahora socios -PSC e Iniciativa-, sino también con CiU, cuyo verbalismo radical sobre el derecho a decidir no implica sumarse al aventurerismo de Esquerra.

Lo más probable es que el 28-N emerja de las urnas un Gobierno de CiU, con una cómoda mayoría relativa y apoyos puntuales bien del PP, bien del PSC, por lo menos hasta las generales de 2012. Si algo ha aprendido Mas del pujolismo es que sus aliados han de ser quienes gobiernen en Madrid, lo que le da un margen notable de maniobra. Los populares, con un discurso sobre la inmigración rayano en el populismo, podrían ver incrementada su representación catalana. Rajoy estará presente en la campaña para expresar su apoyo a ese contrato que deben firmar los inmigrantes y que los obliga a volver a su país si se quedan sin trabajo. Pero a la vez parecen abiertos a hablar con CiU, pese a sus exigencias de pacto fiscal a la vasca.

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