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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Censura en la literatura infantil

Soy escritora de literatura infantil y juvenil. Colaboré como entrevistada en Érase otra vez del suplemento Vida y Artes del pasado 3 de abril. Una vez publicado y leído el artículo, hay una puntualización que creo importante hacer.

No son las editoriales las que censuran, sino la sociedad entera. Imagino que los editores vigilan angustiados los textos porque saben que, una vez publicados, van a ser revisados con lupa por distintos colectivos y asociaciones. Si no son las feministas las que se les echan encima porque una princesa es rechazada por un príncipe por su aspecto físico, son las asociaciones defensoras de los inmigrantes las que critican duramente que se les escape un "se lo pasó como los indios", o las protectoras de animales las que se rasgan las vestiduras porque una niña lanza un sapo verrugoso al suelo de un manotazo. Y, claro, por si acaso, quitamos las palabras feo, viejo, negro... y terminamos por publicar textos "políticamente correctos", descafeinados y tontorrones. Y el verdadero problema no es la censura, sino la autocensura. ¿Estaremos los autores asimilando estas limitaciones e incorporándolas inconscientemente a nuestra forma de crear? Es posible. Y así sentamos a Caperucita a tomar chocolate con el lobo y no dejamos de inventar brujas buenas y ogros necesitados de ayuda. Sin embargo, es un hecho que la literatura irreverente y transgresora de Roald Dahl, con sus directoras de colegio perversas y sus brujas horripilantes, sigue fascinando a los niños.

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