Contradicciones
Quizá haya llegado ya la hora de hacernos la pregunta: si los españoles avalamos reiteradamente a los gobernantes corruptos con nuestro voto, ¿qué fuerza moral tenemos para quejarnos del abuso de los empresarios, de la ineficiencia de los funcionarios y jueces, de la desfachatez de los que se suben sin límite sus sueldos, de los financieros que gestionan mal el dinero de todos y de tantos atropellos de los que nos declaramos víctimas? ¿No sospecharán ellos que, en realidad, todo eso no nos importa a la vista de que al final acostumbramos a dar nuestra aprobación, pase lo que pase?
Si no somos consecuentes, deberíamos dejar al menos de quejarnos. ¿O será que, como dice Prodi de los italianos, lo perdonamos todo porque en el fondo también a nosotros nos encanta aparcar en doble fila.