Si Cristo viniera
La Iglesia católica española ha decidido explicar mediante una campaña de prensa, radio y televisión las actividades sociales que desempeña. La razón es la de recaudar más ingresos haciendo ver que su labor es muy útil. Y probablemente lo sea, aunque a veces nos resulte difícil creerlo. La Conferencia Episcopal afirma que la campaña está pensada para sostener sus necesidades básicas y que no debe entenderse como una respuesta a los "movimientos laicistas" del Gobierno socialista.
El laborioso acuerdo al que llegaron las dos partes a finales del año pasado sobre el sistema de financiación pública a la religión católica incrementa la asignación voluntaria del contribuyente a través de la declaración de la renta del 0,5% al 0,7%. El acuerdo no satisfizo del todo al episcopado (todos queremos más y más, ¿quién no?), pero éste debe pensar igualmente que podía haber sido mucho peor si se tiene en cuenta que la financiación directa a una determinada confesión no es constitucional.
Los obispos españoles, que se han mostrado durante la presente legislatura muy combativos contra la política social del Gobierno de Zapatero, tienen la mala costumbre de querer "estar en misa y repicando". Deberían ser muy conscientes de que la actual realidad española dista enormemente de la de hace 30 años, cuando se suscribieron los acuerdos entre el Estado y la Santa Sede que sustituyeron al Concordato suscrito en la época de Franco. Ahora, no pocos creen que ha llegado el momento de que esos acuerdos no sean renovados cuando deban ser revisados el año próximo. El PSOE incluso hasta podría recogerlo en su programa electoral.
Nadie discute que la Iglesia católica realice labores útiles. Pero sí que su supervivencia esté aún condicionada a la ayuda de un Estado que además es aconfesional. Una encuesta realizada el pasado marzo por una revista religiosa reveló que dos de cada tres curas interrogados opinaban que la Iglesia debería renunciar a la financiación del Estado "para ser más libre". Seguro que entonces la sociedad valoraría más su función. En Roma se dice con ironía al paso de los Mercedes negros en los que viajan los representantes de la Curia, que la matrícula que portan -SCV, Santa Città dil Vaticano- debería traducirse por: "¡Si Cristo viniera!".
