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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Derecho a voto

Se ha publicado en la prensa estos últimos días (ver EL PAÍS 2-4-2010, entre otros medios) que los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, ultiman negociaciones para modificar la Ley Electoral General en el sentido de restringir o incluso eliminar el derecho al voto para el Congreso de los Diputados a los españoles residentes en el extranjero.

De confirmarse esa noticia y resultar cierta esa propuesta de modificación normativa, he de decir que me parece tremendo, antijurídico y anticonstitucional que quieran dejar sin derecho a representación en el Congreso de los Diputados de nuestro país a más de un millón de compatriotas.

Que los dos partidos políticos mayoritarios se pongan de acuerdo en este atropello de los derechos políticos fundamentales de los españoles es para echarse a llorar. A mi juicio es claro que, de futuro, el TC declararía inconstitucional la ley, pero sería preferible pararlo cuando aún estamos a tiempo, es decir, ya.-

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Leo con tristeza y perplejidad que el PSOE y el PP están negociando la retirada del derecho de voto en ciertas elecciones a los españoles residentes en el extranjero (¿es Europa el extranjero?).

Nací, crecí, estudié en España. Toda mi familia vive allí. Gran parte de mis amigos también. Voy siempre que puedo: cada dos meses.

Pero vivo en París desde hace 10 años, el amor me trajo aquí y aquí enseño nuestra lengua, aquí voto en las elecciones municipales y europeas. Nunca quise pedir la nacionalidad francesa, soy español. Lo soy porque no puedo ser otra cosa. Bueno, sí, europeo, concepto en el que siempre he creído. Y de repente los dos grandes partidos españoles deciden que no. Que no puedo participar de la vida política de mi país por no sé qué razones.

Yo, que leo la prensa española todos los días. Yo, que soy un animal político. Yo, que mi infancia está hecha de recuerdos de Carabanchel. Yo, que me indigno, frecuentemente, me alegro, pocas veces, y sigo al mínimo detalle la vida del patio nacional y que tengo un pasaporte español.

Indignado, apenado y herido, empiezo a hacerme a la idea de que no tendré nunca más voz para decidir del destino de mi país. Me retiran un derecho. El derecho de hombre libre por antonomasia.

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