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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desnuclearizar

La cumbre de Washington afianza la voluntad de reducir los riesgos vinculados al arma atómica

La cumbre sobre seguridad nuclear convocada por Barack Obama ha sido el último acto preparatorio de la revisión del Tratado de No Proliferación (TNP) que comienza en mayo. El objetivo declarado de esta reunión de casi medio centenar de países era afianzar el control sobre los materiales necesarios para la fabricación de bombas nucleares, limitando el riesgo de que organizaciones terroristas lleguen a hacerse con ellas. En Washington se ha acordado intensificar estos esfuerzos, con el fin de proteger todo el material vulnerable en un plazo de cuatro años. Como ha señalado Obama, de nada serviría hacer frente a la proliferación nuclear si, al mismo tiempo, no se evita que actores "no estatales" y, por tanto, no sujetos al sistema de garantías internacionales, estén en condiciones de lanzar un ataque atómico.

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La cita de Washington estaba concebida, además, como una ronda al más alto nivel para preparar un nuevo paquete de sanciones contra Irán. Obama ha ido tejiendo un amplio acuerdo en este sentido entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que son, por otra parte, potencias nucleares. Estados Unidos cuenta en estos momentos con el apoyo de Rusia, Francia y Reino Unido, y está muy cerca de obtener el de China, cuyas reticencias obedecen sobre todo a su dependencia del petróleo iraní. La cumbre ha servido para aproximar aún más un acuerdo cuya plasmación en borrador para el máximo órgano ejecutivo de la ONU se considera próxima.

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Aunque la reunión no estaba formalmente vinculada a la revisión del TNP, ha servido para fijar las divergencias con que las principales potencias nucleares se sentarán en la mesa de Naciones Unidas. El presidente estadounidense ha modificado la doctrina defendida por Bush, colocando el horizonte de un mundo desnuclearizado como punto de apoyo de su estrategia. Las objeciones han surgido de Israel, pero también de algunos aliados europeos como Francia. Sarkozy ha expresado sus reservas a un proceso de desarme, insistiendo en el carácter irrenunciable del componente nuclear de su defensa.

Pese a la ausencia de compromisos vinculantes de calado, la cumbre ha puesto en claro la decidida voluntad común de reducir los riesgos de empleo del arma atómica, tal vez la amenaza más grave que pesa sobre la estabilidad mundial. El objetivo de un mundo desnuclearizado es un instrumento imprescindible para restablecer la eficacia del TNP, gravemente deteriorada por el hecho de que existen potencias nucleares que no lo han firmado -como India, Pakistán e Israel- y también por las ambiciones de países como Irán y Corea del Norte.

La estrategia de Obama no garantiza el éxito. Pero cualquier otra conduciría inexorablemente al fracaso de la revisión del TNP, una de las pocas bazas disponibles para dar una salida al dossier iraní y, por extensión, a la estabilidad en Oriente Próximo, que no implique el recurso a la fuerza.

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