Despilfarros en tiempos de crisis

Leo en su periódico que el Ejército español ha probado una nueva arma "estratégica", un misil que cuesta casi un millón de euros la unidad y es capaz de desintegrar una casa con muros de hasta cuatro metros de grosor. En estos momentos de crisis, con más de cuatro millones de parados en nuestro país y un incremento de las demandas de ayudas sociales (sólo hay que ver cómo se llenan los comedores de beneficencia), el Gobierno se gasta el dinero público en armas potencialmente destructoras de vidas humanas. En el propio artículo se hace una comparación con Florentino Pérez y su frase de que los fichajes "más caros son los más baratos", como si este derroche absurdo y devastador en misiles fuera motivo de sorna.

Al propio Florentino se le ha criticado que pague cantidades desproporcionadas de dinero por Cristiano Ronaldo y Kaká, pero, ¿no es acaso aún más degradante que sea el Estado (y no una empresa privada) el que se desprenda de cifras millonarias para supuestamente protegernos en tiempos de paz?- Rosa de Lera. Madrid

Me parece inmoral que el Real Madrid se haya gastado, en apenas unos días, 65 millones de euros en el fichaje de Kaká y casi 100 en el de Cristiano Ronaldo en unos momentos de profunda crisis económica con cuatro millones de parados y cada vez más españoles al límite mismo de la subsistencia; pero, claro está, no faltaría quien me respondiera cínicamente que con la moral no se come o, parafraseando al emperador Vespasiano, que el dinero no huele...

Por esta razón prefiero enfocarlo desde un punto de vista estrictamente económico: según se ha publicado en la prensa, el Real Madrid tiene en estos momentos una deuda de 560 millones de euros a la que se han de sumar, obviamente, las nuevas inversiones de Florentino Pérez. Se me objetará que el propósito es que esta operación sea rentable, lo cual yo no tengo nada claro dada la crisis económica y, por encima de todo, la más que presumible reducción del maná televisivo; eso sin contar con que cunda el ejemplo y otros clubes se lancen a una desenfrenada carrera de fichajes millonarios. ¿Quién acabará pagando el pato? ¿De nuevo los contribuyentes con sus impuestos, tal como ocurrió con la famosa ley de saneamiento del fútbol español que tan sólo sirvió para perpetuar el despilfarro de los presidentes.