La paz de Reagan
Al iniciarse el año 1983, todo parece indicar que el fortalecimiento de los movimientos pacifistas y la agudización de las contradicciones entre los miembros europeos de la OTAN y del Gobierno de Reagan están frenando visiblemente la agresividad inicial de éste, en forma de tal modo espectacular que el panorama sombrío que EL PAIS presentó uno de losPasa a la página 12
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últimos días en relación con los problemas de la guerra y de la paz parece despejarse, aunque cualquier tendencia al optimismo debe manifestarse moderadamente.
En relación con el mismo problema, creo que vale la pena destacar el hecho, que a mi juicio choca frontalmente con la realidad, de que en los medios de comunicación relacionados con la OTAN dan por supuesto que el peligro de agresión procede de la URSS.
A este efecto, considero obligado destacar que desde 1917 la Unión Soviética desarrolla incansable una política de paz, que en su origen, la Rusia de los Soviets, fue invadida por catorce países, que permanece desde entonces constantemente cercada, que la oposición en Polonia está impulsada por EE UU, aunque sin duda. tiene una base interna real, y que. EE UU alimenta la oposición al Gobierno de Afganistán.
Por otra parte, considero una aberración la condena de los movimientos pacifistas por el hecho de que ellos sirvan a los intereses de la URSS, que en efecto los fortifica consecuentemente con su política de paz. El espectáculo de un Reagan pacifista resulta tan conmovedor como la invocación de la democracia como lema de la política nazi originaria del presidente de EE UU.
En este contexto, el editorial de EL PAIS del domingo 9 de enero titulado El pacto de los pactos resulta igualmente aberrante.
Se advierte en su estilo la pluma del mismo editorialista que escribió el del día 6 de agosto último, al ,que me refería en alguna nota anterior. Ni siquiera el presidente Reagan se ha atrevido a rechazar las propuestas de paz sugeridas últimamente por los Gobiernos del Pacto de Varsovia, todo ello según la información fidedigna que leo en las páginas de EL PAIS. /
