Ejecuciones sin piedad
Troy Davis no quiso última cena, esa que le ofrecía la Gran Nación, la que se tiene a sí misma por la más democrática y avanzada y civilizada de todo el orbe, la misma que se muestra implacable con los más desgraciados y miserables de sus ciudadanos, a los que aplasta sin la más mínima piedad cuando se trata de perpetuar una forma de vida basada en la hegemonía del dinero y el poder frente a otros valores que aún en Europa nos parecen posibles o cuanto menos deseables.
Los respetables jueces americanos deben mantener a raya a los desheredados con ejecuciones ejemplarizantes, ejecuciones que hagan ver a los pobres y a los negros, que allí, en el país en el que dicen que todos los sueños son posibles, las autoridades jamás van a permitir que se perturbe el orden establecido, ese orden que permite a los desalmados amos del dinero llevar guerras interesadas a cualquier parte del mundo y arruinarnos a los demás para mantener sus privilegios.