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Columna
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Empleo estancado

Los organismos multilaterales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Internacional del Trabajo) han emitido en las últimas semanas al menos tres informes sobre la situación de la economía a principios de 2011. De los documentos del BM y del FMI se desprende que el mundo ha iniciado una fase de recuperación macroeconómica y que, aunque esta sea endeble, hay que olvidarse del concepto técnico de recesión.

Como media, el planeta va a crecer durante el año en curso alrededor del 4,5%, pero ya se sabe que la media oculta situaciones muy dispares y distribuciones poco equitativas: la economía mundial avanza, aunque a dos velocidades. El ritmo será insuficiente para obtener una reducción cualitativa del paro.

La Gran Recesión se ha llevado por delante 28 millones de empleos en el mundo, el 10% de los mismos en España

Mucha menos difusión ha tenido el estudio Tendencias mundiales del empleo 2011. El desafío de la recuperación del empleo, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de gran utilidad. En el mismo también se observa una recuperación desigual de los mercados de trabajo, con un aumento continuado del desempleo en la región de las economías desarrolladas y de la UE, frente a una situación de estabilidad o ligera mejoría del desempleo en las zonas en desarrollo. En total, de una fuerza de trabajo mundial de unos 3.300 millones de personas, 205 millones (el 6,2% de la población activa) estaban en paro el año pasado. De ellos, casi 78 millones son jóvenes menores de 25 años, por lo que el empleo juvenil es la mayor preocupación. Según el organismo con sede en Ginebra, la Gran Recesión iniciada en el mundo en el verano de 2007 ha llevado al paro a casi 28 millones de personas. Este es el principal coste de la crisis, junto al empobrecimiento de las clases bajas y medias: 630 millones de trabajadores (casi el 20% del total) viven con sus familias en el nivel extremo de 1,25 dólares por día.

Generar los 28 millones de puestos de trabajo perdidos en la crisis, más los más de 170 millones de desempleos anteriores al año 2007, e incorporar a los 45 millones de jóvenes que todos los años llegan al mercado de trabajo mundial es una prioridad política central si se quiere evitar que las dificultades económicas devengan primero en una crisis social y luego en una crisis política. El director general de la OIT, Juan Somavia, se suma a las propuestas de quienes entienden que hay que incorporar el empleo a los objetivos centrales del G-20 que se celebrará a final de año en Cannes (no figuraba entre los principales objetivos de Sarkozy, presidente de turno de esta reunión, hechos públicos hace unos días), e incluso a los estatutos de los bancos centrales de todo el mundo, además de la inflación (como hace, por otra parte, la Reserva Federal).

La OIT certifica esa tendencia histórica que siempre se ha producido en momentos de crisis: cuando se sale de la parte baja de un ciclo económico, lo último en recuperarse es el empleo.

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