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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Endemia católica

Nada puede resarcir los abusos sufridos por miles de irlandeses en instituciones de la Iglesia

¿Por qué Irlanda? ¿Qué tendrá el catolicismo irlandés -con su poderosa extensión a Estados Unidos- para que la Iglesia se despeñara por el vertedero de abusos sexuales, físicos y psicológicos que han arruinado las vidas de varias generaciones de niños y niñas, preferentemente de hogares humildes, desde los años treinta hasta casi el fin del siglo pasado?

Un informe, aparecido el pasado día 20 tras nueve años de trabajos, es la más devastadora acusación contra la Iglesia católica que jamás se haya hecho pública en el mundo. Cinco volúmenes, 2.600 páginas, más de 1.000 testimonios de pupilos, pacientes o asilados en 216 escuelas, reformatorios, orfanatos y hospitales, en gran parte gobernados por los Hermanos de la Doctrina Cristiana y las Hermanas de la Caridad, constituyen un alegato del que le va a costar reponerse a la Iglesia romana, con su vocación universal.

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En los años treinta, Irlanda era ya independiente del Reino Unido, aunque el último lazo no se cortara hasta la proclamación de la República en 1948. Y su papel histórico de gran defensora de la nación contra Londres dio a la jerarquía local una autoridad insuperable, que puede explicar la impunidad con que se desplegó esa endémica y masiva canallada; pero nada permite comprender, en cambio, ese holocausto psicológico, que, notablemente, sufrieron más los varones que las niñas.

Las numerosas expresiones de desolación, comenzando por la condena del cardenal Sean Brady, primado de Irlanda, han sido tan estremecedoras como sinceras, pero ni todo el oro del mundo puede resarcir a los millares de irlandeses hoy de entre 30 y 80 y pico de años, de una ordalía de sevicias, sobre todo sexuales, que en ocasiones se prolongaron años. Y prueba de lo decisiva que sigue siendo la Iglesia en la isla, es el hecho de que de los 1.200 millones de euros fijados como indemnización, que debían haber sido abonados a partes iguales por el Estado y la institución, ésta sólo ha costeado 128, porque las autoridades fijaron en su día la compensación en sólo 300 millones.

Si, como se dice, la cárcel en vez de regenerar fabrica delincuentes, también cabe afirmar que la Iglesia católica de Irlanda ha sido el refugio de la frustración más envilecida. Y aunque otros muchos religiosos no sean culpables, ello no puede ser excusa para argumentar que solo había unos frutos podridos. Endemia o metástasis, el daño es incalculable.

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