Enseñar a sanar
¿Rechazaríamos a un epidemiólogo que no haya sido médico de familia? Rotundamente sí. Soy médico, no pedagogo. Aunque no perteneciera a mi ámbito de actividad, el otro día leí en EL PAÍS el artículo titulado La estafa de enseñar a enseñar. En mi opinión artículo obvio, aplastante, excelente. En efecto, es falso que quien no sabe matemáticas pueda enseñar a enseñar matemáticas. Pues bien, lógico, ésa es mi opinión
En medicina estamos asistiendo en los últimos tiempos a una estafa semejante: la estafa de enseñar a sanar, la plaga de la evidenciología. Para más inri, algunos de los propagadores de esta devastadora plaga se intitulan epidemiólogos. Epidemiólogos clínicos, por mejor mentir; aunque la mayoría no hayan vuelto a pisar una clínica desde su ya lejana postectomía. Nadie niega que para interpretar los artículos referentes a la patología del bazo y sanar a los enfermos del bazo, las aportaciones de la medicina basada en pruebas (lo de evidencia vamos a dejarlo; no es más que una inercial, peor que pésima, nociva y confundidora, traducción del evidence inglés) puedan ser útiles.
Nadie en su sano juicio negaría eso. Pero de ahí a afirmar que se puedan elaborar protocolos de tratamiento de la patología del bazo, sin haber tocado nunca un bazo, hay una distancia insalvable.