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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa a poco gas

La UE capota en política exterior y actúa en lo económico, donde el Tratado nada nuevo preveía

El balance del primer año del Tratado de Lisboa es inquietante para la Unión Europea. El Viejo Continente apenas ha avanzado en sus asignaturas internas pendientes y más bien ha retrocedido en términos relativos en las externas. Aún sin llegar a las ilusiones que anticipó su fracasado antecedente, la Constitución, el nuevo Tratado despertó bastantes expectativas. Las ha defraudado en su inmensa mayoría. No ha impedido que Europa siga funcionando tan solo a medio gas. Menos todavía en algunos aspectos. Particularmente en la presencia de la Unión en el mundo, donde se ha registrado un alarmante retroceso. No es que la pretensión de establecer una voz común para la política exterior haya desembocado en fiasco. Es que ni siquiera ha habido voz y en los pocos casos en que la hubo, nadie se dignó escucharla.

Símbolo hiriente y exacto de esa inanidad fue la cancelación por el presidente Barack Obama de la cumbre UE-EE UU prevista para el primer trimestre. Y su reciente recuperación en Lisboa, como añadido a la cumbre de la OTAN, resultó tan patética por lo escasa como por la cansina explicación norteamericana, según la que no hay temas a discutir dado el alto grado de compenetración.

La responsabilidad cuelga del retorno a los estrechos nacionalismos de Estado; de un cierto secuestro de las instituciones perpetrado por un directorio que forman Francia y Alemania; y de la nueva Alta Representante, cuya irrelevancia corre pareja de su ignorancia y pereza. Tan solo ha tenido tiempo para diseñar el Servicio de Acción Exterior, una diplomacia conjunta entre las instituciones y los Estados miembros en cuyo alumbramiento han tenido más que ver otros protagonistas, como el Parlamento o la presidencia española.

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No todas las nuevas, o reformadas, instituciones han resultado tan huecas. El Consejo Europeo, al que se le formalizó la condición de institución, ha tomado vuelo de la mano del nuevo presidente permanente. El reforzado Parlamento se ha hecho oír más y las presidencias semestrales no han entorpecido el nuevo esquema.

La Unión ha sido fructífera en lo económico y financiero, un ámbito en el que el Tratado no traía ninguna innovación. El Fondo de Rescate, la nueva Agenda estratégica 2020, o la mejor regulación de las finanzas privadas son sus mejores resultados. Pespunteados por la polémica o la lentitud en afrontar la mayor crisis de la moneda única en sus 12 años de vida.

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