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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa reacciona

Positivos mensajes para blindar al euro con más capital para el BCE y un fondo de rescate

La cumbre europea convocada bajo el designio de afianzar al euro frente a las turbulencias del mercado empezó ayer en Bruselas con signos de reacción positiva, tras largas semanas de profundas dudas y agrias polémicas. Alguno de estos mensajes resulta, además, novedoso al no estar previsto en el orden del día.

Es el caso de la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de aumentar su capital hasta casi duplicarlo (desde 5.760 millones de euros hasta 10.760 millones), una decisión inédita en los 12 años de unión monetaria y que endosa el principio según el cual la ortodoxia que pretenda ser creíble debe empezar por uno mismo. Si el acuerdo Basilea III persigue que los bancos privados se equipen con más cantidad de mejor capital para blindarse ante futuras crisis, la banca emisora es oportuna al dar ejemplo.

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La ampliación se justifica para prever los "riesgos del crédito" y alcanzar una "adecuada base de capital". Es decir, para fortalecer su capacidad de creación de liquidez, indispensable para paliar los efectos de la crisis en la economía real.

El BCE ha sido el instrumento más eficaz en la lucha contra las turbulencias del mercado de deuda que amenazan desde principio de año la estabilidad del euro y el propio futuro de la UE. Lo ha hecho mediante la amplia disponibilidad de liquidez directa a la banca y a través de la tímida compra directa de deuda soberana en los mercados secundarios.

Este despliegue ha evitado que la Gran Recesión abocase a los europeos a una nueva Gran Depresión. Y tiene más mérito porque ha sido dirigido por el presidente, Jean-Claude Trichet, sin unanimidad, bajo la presión de los fundamentalistas de una ortodoxia exagerada.

Estos se han negado a cualquier operación de rescate; han aireado su oposición a la decisión de ampliar la liquidez y de prorrogar la compra de bonos, en clara deslealtad a los compromisos de mantener una voz única; y han propalado una visión restrictiva, esto es, falsa, de los deberes del propio BCE. En efecto, si la primera tarea del banco es vigilar el repunte de la inflación, el Tratado le obliga también (artículo 127) a "apoyar las políticas generales de la Unión".

Los Veintisiete lograron ayer subrayar su acuerdo de principio sobre la mini-rreforma del Tratado para dar encaje solemne al futuro fondo de rescate permanente de los países en graves dificultades. Lo hicieron sobre un texto conciso y claro, algo que es de agradecer pero que quizá no evite las graves dificultades propias de cualquier reforma en el texto básico de la Unión.

El logro personal conseguido por la canciller Angela Merkel en este punto debería animarla a prestar mejor oído a las propuestas de dotar a la unión monetaria de instrumentos adicionales de autodefensa frente a los órdagos del mercado: desde la flexibilidad en el uso del propio fondo de rescate hasta la emisión prudente de eurobonos.

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