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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Excepción griega

Papandreu amortiguará tensiones en la región: con Turquía, Chipre, Kosovo o Macedonia

El Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) de Yorgos Papandreu alcanzó en las elecciones del domingo en Grecia una sólida mayoría absoluta. El líder de la conservadora Nueva Democracia, Costas Karamanlis, reconoció al instante su derrota, tras un solo mandato, y anunció su dimisión al frente del partido.

Es una decisión sensata, porque la derrota obedece a errores propios, como su mediocre gestión de la crisis, que afecta a Grecia en grado muy superior al de otros países europeos. Es cierto que la recesión no favorece a los gobernantes, pero las recientes victorias de Angela Merkel y de José Sócrates, que les han permitido renovar mandato, confirman que el electorado castiga, no a la coyuntura adversa, sino al desacierto con que se afronta.

Otros elementos clave de su fiasco han sido el torpe manejo de la revuelta estudiantil del año pasado, que reflejaba un malestar más profundo, y la sensación de impotencia y desorientación mostrada en los pavorosos incendios de este verano. Ambos sucesos, y un cierto cansancio de las endogámicas dinastías partidistas (los dos candidatos pertenecen a familias clave en la historia reciente del país) han provocado además un aumento de la desafección ciudadana. En este caso no se traduce en la abstención (pues el voto es obligatorio), sino en el aluvión de papeletas hacia pequeños partidos.

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La victoria del Pasok supone una excepción socialdemócrata en la UE: sólo el declinante laborismo de Gordon Brown gobierna con mayoría absoluta. Zapatero y a partir de ahora Sócrates lo hacen en minoría, y únicamente otros dos partidos de la misma familia, el austriaco y el holandés, participan en Gobiernos de coalición.

El estilo que imprimirá Papandreu a su mandato es previsible, pues ya lo manifestó a su paso por el ministerio de Exteriores del Gobierno de Costas Simitis, en el último lustro del siglo pasado. En ese puesto acreditó la moderación política propia del socialismo liberal y una mesura personal que tanto contrastó con el radicalismo verbal de su temperamental padre, Andreas, fundador del partido.

Por eso se espera que Grecia juegue un renovado papel, más pragmático, en su siempre compleja relación con Turquía, en el caso de Chipre, en la querella nominalista con su vecina Macedonia, y en el rigor que aplica, en compañía de algunos países irrelevantes y de España, al independiente Kosovo.

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