Extraños en su propio país
Recientemente apareció en su periódico un reportaje gráfico que nos mostraba a los "nuevos madrileños", niños guapísimos y sonrientes con rasgos asiáticos o africanos.
Yo tengo un hijo de 34 años, nacido en Madrid de madre española y padre sudanés. Desde los 16 años, y cada vez con mayor frecuencia, la policía nacional le pide la documentación, le retiene durante unos minutos, 5, 10, 15, depende... Mientras comprueban su carné, le preguntan de dónde es, si ha estado detenido alguna vez, si trabaja, dónde vive...
Parece sorprenderles que sea trabajador social y no terrorista, camello, carterista... El hecho de que su aspecto no sea el de la mayoría de los españoles es identificado por la policía como un posible delincuente al que hay que parar en la puerta de su casa, en la puerta de su trabajo, ante la mirada de propios y extraños. Si queremos que estos niños se sientan españoles, madrileños o de cualquier otra comunidad, es tan fácil como tratarlos como tales. Si no, siempre se sentirán extraños en su propio país.