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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Fábricas de títulos

Si consultamos un ranking internacional, veremos que entre las 100 mejores universidades del mundo, la primera división universitaria, hay universidades de todos los países de centro y del norte de Europa, pero no hay ninguna italiana, ni española, ni portuguesa ni griega, curiosamente los países europeos con una grave crisis económica ¿Es casualidad? Creo que no. En los años ochenta tampoco teníamos universidades en primera, pero en los 30 años trascurridos se ha invertido mucho dinero en el tema universitario. Los resultados indican que dicha inversión ha sido un fracaso. Se han duplicado, casi triplicado, el número de universidades públicas, ahora son 50, pero la mayoría de las nuevas tienen un deficiente nivel educativo e investigador. En un ranking de universidades españolas confeccionado por el CSIC, las universidades antiguas ocupan los primeros puestos y las nuevas los últimos.

Una universidad debe ser un centro de excelencia, por obligación, y ese objetivo no se alcanza sin estímulos. Asimismo, es necesario contar con una agencia nacional que evalúe las universidades y sus centros, para ver cómo evolucionan y si lo hacen correctamente. En España estos controles no existen, los estímulos tampoco, y las universidades, especialmente las nuevas, sin presión, se vuelven cómodas, y el esfuerzo de profesores y alumnos se relaja. El resultado es que tenemos muchas universidades y muchos alumnos; por no contar con un sistema de selección adecuado, enviamos decenas de miles de egresados al campo profesional, pero pocos de ellos encuentran un trabajo digno por su deficiente preparación. La universidad pasa a ser una fábrica de títulos.

Es urgente que la universidad española sufra una profunda reforma, en el camino marcado. Tomando medidas como que la ANECA sea muchísimo más exigente a la hora de convalidar una titulación, que podamos acabar con la endogamia, que no sea fácil convertir en funcionarios a profesores muy jóvenes y poco experimentados, que la selectividad sea más exigente y justa, etcétera. Veremos si Rajoy es capaz de enfrentarse a este importante problema; ojalá que lo sea.

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